【Pasado】
【Khan】
Dalia no fue siempre una mujer horrible, de hecho tuvo sus momentos de dulzura en los que de vez en cuando me hacía sentir bien. Todavía podía recordarlo, antes de tener a Kent y que parte de nuestra vida matrimonial se había ido por el desagüe.
En uno de esos momentos, yo estaba en el salón de mi nueva casa que fue el regalo de boda de mi padre completamente remodelado... a su gusto, nunca al mío. Los muebles oscuros de estilo renacentista le daba cierto toque glamuroso a la casa, pero para mí los muebles no tenían ningún valor más allá del estético.
Dalia estaba apoyando su cabeza sobre una de mis piernas, colgando las suyas con un suave balanceo, mientras me miraba a los ojos con una adorable sonrisa. Incluso después de acostarnos, yo la encontraba una mujer bella pero todavía no la amaba. Tenía todo su cabello desecho, el camisón de seda ahora ocultaba la menuda desnudez, y los labios de ella todavía seguían un poco rojos por los besos que yo le daba para presionarme a quererla en algún momento de esta larga vida que teníamos por delante.
―¿Crees qué nuestro primer bebé se parecerá a mí o a ti? ―me preguntó, rompiendo mi foco de atención en sus facciones.
―No lo sé ―le respondí―. ¿Tú qué crees?
―Yo creo que se parecerá mucho a ti, porque los hombres fuertes deben de tener un linaje fuerte al inicio ―sonrió levemente, comenzando a juguetear con los dedos de mis manos, los cuales eran obviamente más grandes y gruesos que los suyos―. Siempre he pensado que el hermano mayor, o hermana, tiene la obligación moral de proteger a los menores.
Alcé las cejas.
―¿Quieres tener más de uno?
―¿Tú no? ―me devolvió la pregunta―. Yo creo que con tener un niño y una niña estaría bien. No soy una coneja, y no me interesa tener una familia demasiado grande, ya que eso sería demasiado dinero y trabajo para que todos se encauzaran por un buen camino.
Dalia era una mujer inteligente, y lo demostraba con algunas ocurrencias que yo consideraba más o menos correctas. No podía entender cómo una mujer tan pequeña y dulce podía parecer tan calmada, pensando en un bebé, cuando hacía medio año que había sufrido un aborto espontáneo. Ninguno de los dos nos habíamos dado cuenta de ello. Lo más impresionante fue que en tan solo cuatro días decidió dejar de estar encerrada en nuestra habitación y, de alguna manera, así mantenerse ocupada.
No solíamos hablar de niños por mi parte, porque yo pensaba que una pareja no debería de tener bebés hasta que su vida fuera sólida y hubiera amor dentro de la relación. Sí, nuestro modo de vida era bastante lujoso y podíamos tener cierta seguridad tanto económica como material, pero yo no la amaba.
Todavía.
―Khan ―me llamó ella con dulzura―. ¿Preferirías tener sólo niños o solo niñas, en lugar de variedad?
―Las niñas me odiarían.
Ella rio.
―Seguro que serás un papá que busque al mejor novio para sus hijas, y seguramente ninguno te parecerá lo suficientemente bueno para que puedan acercarse a ellas.
Lo dio por hecho, y yo en silencio le daba la razón. Ser una mujer en nuestra época, al igual que un Omega, era algo que debías de proteger de una forma muy agresiva. Los hombres eran de mente simple y lujuriosa cuando no tenían educación, y nuestra sociedad estaba moviéndose hacia un pensamiento demasiado liberal. No podía imaginar a una mujer débil y de bajo rango trabajando, pues no podría defenderse de los lobos machos que deambulaban por ahí sin tener una pizca de decencia por la vida de las personas.
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𝕰𝚕 𝚑𝚘𝚖𝚋𝚛𝚎 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘 [También en Inkitt]
Werewolf[Libro 1] Chase, es todo lo que un Beta NO debería de ser en la sociedad en la que vive: Le gustan las tareas del hogar, disfruta cocinar, su personalidad es gentil... pero, sobre todo, Chase no ama de manera «tradicional» y guarda un secreto que pu...