16. 𝙲𝚞á𝚗𝚝𝚘 𝚖𝚎 𝚍𝚞𝚎𝚕𝚎𝚜

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【Chase】

Siento las sábanas rozarme a mi alrededor, se amontonan en mis piernas y despejan parte del pecho al descubierto. La almohada huele a un detergente que me es demasiado familiar, pero mucho más es oler una esencia vaga volitando detrás de mí, conforme la piel de mi pecho y brazos se eriza por el placer obtenido al inhalarlo.

Me siento terriblemente cansado, como si ayer hubiera estado todo el día en el gimnasio o trabajando en algo que requiera demasiada fuerza física. Al mismo tiempo también extraño. Entre mis venas, siento un placer que no deja de hormiguear en todas las direcciones posibles de mi cuerpo. Lo siento. Lo huelo. Lo aprecio. Lo necesito.

Estiro mi cuerpo bajo las sábanas, notando mucho más algo que se presiona contra mi cuerpo sin siquiera saber muy bien en qué momento Savage se metió en mi cama. Es más, no debería de caber.

Aun somnoliento, muevo la cabeza hacia abajo con cuidado para no despertar a la persona que tengo detrás, presionándome un poco. Al principio lo primero que veo es una mano bastante grande apoyada sobre mi estómago, como si quisiera proteger algo del mundo... aunque dentro no haya ningún bebé al que proteger. 

No hay vello blanquinegro en el brazo, por lo tanto no es Savage, y su aroma tampoco dictamina que es él.

Volteo un poco más atrás, siguiendo la línea del brazo hasta que mi expresión se queda congelada en mi cara. Si hubiera sido una persona extraña, seguramente le hubiera golpeado en las bolas y me hubiera escapado de la cama al instante.  Pero en este caso en concreto no es así, sino que más bien reconozco a esta persona y... ay, cuánto me duele saber de él.

Duele creer que esto sea real, donde el cuerpo macizo del hombre se aprieta contra mi espalda y y su pecho se mueva entre respiraciones pegado a mi piel. Al mismo tiempo, es enloquecedoramente embriagante su presencia, hace que mi cerebro se drogue por sí mismo por saber de su mera existencia, tan cerca y pegado, tan necesitado de volver a sentir esa agradable sensación que, en un principio, jamás pensé que podría haber ocurrido entre nosotros. 

Su cuello se inclina hacia abajo sobre la almohada, y el aire caliente que expele su nariz golpea mi cuello y la parte baja de mi nunca, causando suaves oleadas de confort y tristeza que se turnan. Me gustaría creer que esto es real en lugar de un sueño, donde Khan no me hubiera visto ser llevado a un coche de policía y Eriel no tendría que esconderse de Prince para verme a mi o a las niñas... pero es falso, por desgracia. 

Khan no está conmigo.

Eriel no puede visitarme.

Mis niños están lejos.

Savage es quien tendría que haber compartido mi cama, y no este recuerdo que duele tanto que no quiero llorar por el dolor. Realmente me hiere que mi cuerpo reacciones descontrolado frente al lobo de cabello bicolor, donde las feromonas me ponen caliente, sus ojos me obligan a voltear y un abrazo se siente bien. 

En el fondo no quiero que este sueño termine, no quiero que Khan me suelte y descubra cuando abra los ojos que la realidad es completamente distinta a la que estuve acostumbrado. Cada vez que veo un móvil soy tentado a poner el número de Khan, decirle donde estoy... pero después pienso en que a lo mejor no es buena idea. A lo mejor la policía está al acecho, él puede cometer un error por una ceguera emocional o Keriel puede tomar una actitud opuesta a la que podría ocurrir.

No puedo arriesgarme. Savage tuvo razón cuando me dijo que a veces era mejor sacrificar algo nuestro para ganar tiempo, hasta que la mejor oportunidad apareciera frente a nosotros y así poder tomarla sin miedo a cagarla.

Pero duele.

Quiero derretirme en los brazos de Khan, en los labios de Eriel, que Khan me muestre su lado gruñón y serio que contrasta con mi alegría, y también apreciar el tonto humor de Eriel para que yo me vuelva un poquito más serio con él y mostrar cierto equilibrio. 

𝕰𝚕 𝚑𝚘𝚖𝚋𝚛𝚎 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora