38. 𝚄𝚗𝚊 𝚜𝚘𝚛𝚙𝚛𝚎𝚜𝚊 𝚖𝚞𝚢 𝚙𝚎𝚛𝚜𝚘𝚗𝚊𝚕

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【Chase】

La tercera y última sorpresa caerá esta noche, justo en nuestro último día antes de recoger nuestras cosas y volver a Shelbyville.

Savage no ha querido darme ni una pista, sólo que es una sorpresa muy personal que ha querido hacer desde que era un tonto mocoso que admiraba la relación especial de su padres. Así que me espero cualquier cosa, desde lo más cursi y romántico, hasta lo más bizarro y puntual para dejar alguna huella en mi mente.

Lo que no me espero, cuando salgo de la cama y de la habitación, es encontrarme a ese hombre tan descarado llevando un bóxer mío que obviamente le aprieta el culo. Mi cintura es más estrecha, y mi trasero más ancho, por lo que es obvio que tenga la sensación de que quiere que vaya y lo muerda. Por supuesto que a ese aspecto no puede olvidársele el delantal mientras cocina el desayuno.

No sabe que estoy ahí, pegado en el arco de la puerta que separa la cocina del pasillo, pues los olores de la carne y los huevos revueltos con especias ya invaden la zona con su aroma. Lo observo ahí bailoteando, moviendo el trasero, al mismo tiempo que tatarea una canción rítmica que escuchamos en el coche de alquiler días atrás. Cualquier diría que lo hace a propósito.

Ya sabes, eso de cocinar con esas fachas, teniendo en cuenta que la noche anterior follasteis bastante rato y se os fue la mano con la diversión... Esto tiene que ser una declaración de intenciones.

En el momento que él termina de cocinarlo todo y colocarlo en nuestros platos, se da la vuelta y me pilla con los brazos cruzados y la ceja elevada. Rápidamente coloca sus propios brazos en jarras, y dice:

―¿Qué? ¿Acaso no has visto a un hombre cocinando con un delantal y en ropa interior?

Hago una señal para que se acerque hasta mí, usando mi dedo, por lo que con un movimiento orgulloso avanza para que así mi mano rodee su cintura y dé una palmada a ese glúteo firme dentro de una tela demasiado apretada. Gruñe en respuesta a ello, complacido por el contacto rudo.

―¿Usando mi ropa interior, que es obviamente un poco más pequeña que la tuya?

―Tecnicismo ―responde, sonriente.

―Gasto una XL, Sav y tú una 2XL.

―¿Pero a que me deja buen culo?

―Ese no es el punto, perro descarado ―respondo, dándole un manotazo en su trasero en lo que me lo apego contra mí. Ni siquiera opone resistencia, ya que este juego le parece divertido―. Por ser un ladrón pervertodo de ropa interior, esa erección que se te está marcando te la vas a tener que bajar tú solito.

Su boca se abre para lanzar una queja, pero no sirve de nada porque el tercer manotazo en su culo, para así agarrárselo con fuerza y pegármelo a mí, se la cierra al instante. No estoy molesto, sólo jugueteo un poquito con ese carácter "malo" que le gusta a él de vez en cuando, así que esta vez vuelvo a hablar yo, utilizando un tono bajo y profundo cerca de sus labios:

―Vete al baño, tócate pensando en lo que hicimos a noche, lávate las manos, y vuelve para recibir un beso como premio por ser obediente.

Gruñe de pecho, complacido por el rol temporal que he tomado, por lo que muerde mi mandíbula de un modo cariñoso y se larga hacia el baño para hacerlo que le he dicho.

Yo sólo llevo el desayuno hacia la mesa, donde la televisión está encendida mostrando las noticias "centralitas" que él estaría escuchando de fondo. Supongo que no habría nada interesante o que lo hiciera molestar, pues lo he escuchado de mal humor.

Me siento y el móvil de él suena, recibiendo un mensaje que a duras penas puedo leer en la pantalla durante unos segundos: "Se ha ingresado en su cuenta bancaria la cantidad de 2.90..."

𝕰𝚕 𝚑𝚘𝚖𝚋𝚛𝚎 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora