43. Más de un secreto críptico

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【Keriel】

Hay dos clases de muerto. Los primeros son los que están metido en un ataúd y parecen tan perfectos que no puedes creer que toda esa piel, bajo el quilo de maquillaje y el embalsamiento sea una mentira, pues no tienes ni idea de cual oscuro es el pecado del difunto para que la gente lo recuerde positivamente. Y el segundo, aunque cueste creerlo, es esa clase "espíritu vengativo" que ha engañado a todos y se ha escondido durante un largo tiempo, para así matar a quien le jodió la vida.

―¿Señor?

La voz de uno de mis trabajadores aguarda frente a mí, con una postura firme y las manos cubriendo el centro de sus piernas sin parecer obsceno. 

Yo no respondo. Sólo ando perdido en mis pensamientos detrás de mi mesa, en mi estudio, mientras decenas de hojas se expanden por la superficie color chocolate de alta gama. Sé que mi expresión es gélida aunque mis ojo se halle cierto grado de hostilidad, pero este tema me está tocando mucho las pelotas. 

―Señor ―insiste el trabajador, no consiguiendo que levante la mirada―, necesita descansar después de dos días sin dormir.

Ahí sí levanto la mirada, observando que su nuez de adán sube y baja al tragar.

―E-es una súplica ―responde rápidamente, segundos antes de que levante la mano para que se calle de inmediato.

―Rail, ¿sabes por qué Keriel Hommes es el mejor abogado del sur?

―Usted nunca pierde un caso ―acierta de pleno, a lo que yo asiento lentamente―. También tiene la mejor intuición que se ha registrado en cincuenta años.

La intuición, aunque no puede medirse en realidad, la inteligencia con la que aúnas es cualidad hace que en cierta medida se "mida". Puedo ver más allá de lo que el investigador promedio puede hacerlo, y mi cerebro realiza varias tareas al mismo tiempo mientras que podría pecar por El síndrome del Sabio.

Tengo mucho por lo que pensar, porque sólo tengo piezas sueltas: El desmembramiento de Prince, el perfecto estad de su cuerpo en el ataúd, El Beta fértil y todo lo que gira entorno a su vida, Miranda Havok y su funeraria elitista, Brauleon Lissange y la influencia de los Hommes en sus setenta años antes de que lo mataran... Hay demasiadas piezas que necesitan ser reevaluadas, y al mismo tiempo saber si el puzle al que intento meterlas no es el incorrecto.

―¿Khan y Eriel llegaron a Shelbyville?

Rail asiente.

―Sí, señor, justo como usted planeó.

―También se llevaron a los niños, lo cual ha sido una estupidez exponerlos... ―Bajo la mirada hacia los papeles del centro de la mesa, justo donde está ese Beta y varios pasos que me han ido informando a lo largo de los meses―. Confiarse demasiado es un defecto en lobos de tu clase, Chase... ―murmuro para mí mismo―. Tiene suerte de que yo le cubro la espalda, y sólo porque sé que su existencia es beneficiosa para nuestra familia.

―Es usted muy magnánimo, señor.

Tomo varias hojas que tienen que ver con él y las acumulo en un pequeño montón con mis manos.

―Supongo que sigo siendo un poco blando con Khan ―opino, resoplando levemente en lo que escribo las últimas notas que me fueron investigadas, entre ellas su nuevo embarazo con Savage, el encontrarse con Khan y Eriel, el mantenerse en la azotea que le designé incluso antes de que salieran de la cárcel y el que es capaz de controlar a Khan con demasiada facilidad―. Rail, ¿qué crees que haría yo si me enterara que alguien se preñó en contra de mis términos?

𝕰𝚕 𝚑𝚘𝚖𝚋𝚛𝚎 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora