26. 𝙳𝚘𝚜 𝚑𝚎𝚛𝚒𝚍𝚊𝚜 𝚍𝚒𝚜𝚝𝚒𝚗𝚝𝚊𝚜

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【Chase】

La semana pasa bastante rápido, y como terminamos los trabajos ligados  a los departamentos de bomberos el viernes casi al medio día, obviamente ese pequeño extra estaría reflejado en nuestro cobro al final de mes. O como muy tarde los primeros días del siguiente, ya que a veces los bancos colapsaban al ser un poco viejos y actualizarse podría ser un problema.

Esa semana Savage iba a trabajar con muy pocas ganas, mal humor y seguramente pasando horas horribles con Brave, porque cuando coincidíamos en casa, yo sólo tenía que abrir los brazos para que él tuviera sus diez minutos de mimos ininterrumpidos, lo llenaba de besos y alguna vez suelta me arrastraba al sofá para... bueno, calentar el ambiente y suplicarme entre susurros que quería más. Tontamente accedía, ya que en toda esa semana no habíamos follado ni una vez, sólo un poco de restregón, abrazos en la cama y besos un poco calientes pero nada más. Sólo follamos el jueves. Tres veces.

El viernes ―hoy―, Savage me despertó mientras se preparaba para irse, mostrándome que estaba de muy mal humor. Lo único que se me ocurrió fue sentarme sobre sus piernas, besarle en la boca, y decirle que fuera un buen chico y tuviera cuidado de no causar problemas en su trabajo. Creo que fue suficiente para animarlo un poco, porque comió el desayuno con bastantes ganas y se largó, arrancándome el aliento en un beso húmedo y me agarró del culo antes de despedirse de mí. 

En cuanto a mi trabajo de la editorial, nada fuera de lo normal: Terminamos nuestro trabajo como ya dije, Asha y Adrien tenían sus comunes momentos de piques, comimos sushi de salmón y pepino, charle un poco con otra gente de otros departamentos, y por supuesto que no pudieron faltar los rumores de que "el nuevo tenía un novio súper sexy". Era vergonzoso para mí, porque él no era mi novio y no imaginaba que Savage generara esa imagen en la gente. Supongo que al ser artistas, sus tatuajes le dotan de ese calificativo... creo. No estoy seguro.

Tal cual termino mi trabajo vuelvo a casa, aunque me sorprende no encontrar a Berto tras el mostrador, sino a otro chico bastante más joven. Nos saludamos con un gesto ligero de cabeza, subo el ascensor, y dentro de casa me aseguro de darme un baño caliente para quitarme el resto del frío que he acumulado. 

De ahí preparo un ligero tentempié para cuando tenga algo de descanso, algunas golosinas y un termo de café para no quedarme dormido ―no me gusta mucho el café, pero es lo mejor que tengo―. Sólo pierdo el tiempo en el sofá hasta que Ginny me da un aviso en el móvil para decirme que ya puedo bajar con ella. Al mirar por la ventana veo que la lluvia está cayendo pero no demasiado fuerte, el repiqueteo en la ventana sólo me avisa de que debo de llevarme un paraguas en el caso de que no pueda volver en coche.

Pregunto a Ginny el nombre del hospital, y cuando me lo da se lo envío a Savage para que sepa dónde estoy. Tomo mis cosas, cierro la puerta con llave y bajo directamente hasta donde termino a la mujer afrodescendiente a la otra punta del pasillo. Está vestida de manera informal, lo que me dice que me darán un uniforme provisional una vez lleguemos.


En el coche, conforme nos dirigimos allá, hablamos de todo un poco. Charlar con ella se siente como hacerlo con mi madre, aunque con menos efusividad, y al mismo tiempo sentirme bien con que alguien se preocupe por mí aunque me conozca poco. No sé si es normal que la gente sea amable conmigo en el centro del país, pero en el norte la efusividad era abrumadora y en el sur la gente era un tanto más agria. A lo mejor es algo cultural. Sea como sea, me agrada que Ginny de la sensación como ser una segunda madre cuando me pregunta por mi estado de ánimo estos días, si yo y Savage necesitamos alguna ayuda, si duermo y como bien... A algunas personas podrían sentar un poco mal, como si las agobiaran, pero a mí me gusta.

𝕰𝚕 𝚑𝚘𝚖𝚋𝚛𝚎 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora