Persistencia.
Insistencia.
Perseverancia.
La mezcla de la elegancia, la belleza y la terquedad en una simple flor que tenía una larga historia en el folclore popular y las leyendas extranjeras. La flor de los que se esforzaban en alcanzar sus metas, en mostrar la belleza del trabajo duro y las ganas de cumplir una meta que a lo mejor no parecía la más fiable de todas.
La anémona era una flor delicada, confundida por provenir de una "malahierba" y calificarla como "simplona". Su delicadeza en cada momento de su crecimiento, la pronunciada familiaridad con el entorno, la volvían una flor en la que todos podríamos centrarnos y aprender de ella aunque el resto del mundo fuera brillante y diverso; quizás incluso más hermoso que la flor que era demasiado sencilla.
Kent iba a volverse la representación de la misma, pero no pronto. Ahora mismo, él era un clavel púrpura.
Papá estuvo avergonzado durante un largo rato, en lo que mi madre preparaba un té fresco con un poquito de repostería que estaban guardando para alguna visita. Como siempre, todo lo que tocaba mi madre con sus manos era hecho siempre desde lo más profundo de su corazón, sin importar el tiempo que le llevara conseguirlo. Aun así, ver a mi padre con tan buen aspecto era algo que me seguía animando, ignorando que sus mejillas y orejas estuvieran rojas por el bochorno de haber sido pillado con menos ropa de la habitual.
Mamá fue la que empezó a hablar, o más bien exigir con una expresión molesta sobre el por qué desaparecí sin dar señales de vida. Me llevé una larga reprimenda al principio: El cambiar mi número, el no haber llamado, el no haberles visitado, el preocuparles por demasiado tiempo, el descubrir que la amiga de mi madre hacía más de un año que no trabajaba a mi lado, que había vuelto aquí... Después, cuando se detuvo para beber un poco de su té frío de limón, llegó la segunda ola: Las niñas, el niño, dónde estaba viviendo, cuándo pensaba decirles que ya eran abuelos, quién era el Omega ―aunque ellos supieran que no me gustaban―, si necesitaba ayuda...
Mi madre solía ser una persona amable y comprensiva, pero entendía todo ese aluvión de cuestiones y el que a veces levantara un poco la voz pese a estar al borde de las lágrimas. Su sensibilidad hacia la familia era genuina. Un repetido "lo siento" no era suficiente, por lo que cuando terminó empecé a hablar pese a que Boston me miraba advirtiéndome de que cuidara mis palabras.
Empecé por el principio, derramando algunas lágrimas por ver que la cafetería que tanto me costó obtener terminó reducida a cenizas. Después llegó lo demás: Conocer a alguien, disfrutar un poco de la vida pese a mis pérdidas, trabajar para Khan Hommes ―noticia que a mi padre le generó un fuerte fruncimiento de cejas―... pero cuando llegó el momento de explicar lo de las niñas no encontré las palabras adecuadas. No sabía qué decirles, pese a ser consciente que Kala y Lyss estaban respaldadas por lo que dijo Khan delante de la prensa, pero Kane no.
―Si me lo permiten... ―Boston se adelantó al ver mi indecisión―... este tema es un poco delicado.
―Somos sus padres ―objetó mi padre con molestia―. Tenemos derecho a saber quién le impuso a nuestro hijo una carga tan pesada.
―Como dije, es delicado este tema, Sr. Dimos. ―Mi padre estuvo a nada de objetar de nuevo, pero Boston se adelantó levantando la mano para pedir silencio―. Sin embargo, podríamos hacer una excepción pero firmando un contrato de confidencialidad.
Los tres miramos al hombre que parecía bastante serio, aunque yo podía ver sus dedos retorciéndose frenéticamente debajo de la mesa cuando la mano bajó hasta su compañera.
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𝕰𝚕 𝚑𝚘𝚖𝚋𝚛𝚎 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘 [También en Inkitt]
Loup-garou[Libro 1] Chase, es todo lo que un Beta NO debería de ser en la sociedad en la que vive: Le gustan las tareas del hogar, disfruta cocinar, su personalidad es gentil... pero, sobre todo, Chase no ama de manera «tradicional» y guarda un secreto que pu...