27. 𝙽𝚘 𝚝𝚘𝚍𝚘 𝚕𝚘 𝚋𝚎𝚕𝚕𝚘 𝚎𝚜 𝚙𝚎𝚛𝚏𝚎𝚌𝚝𝚘

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【1 mes antes】

Khan y Eriel se fueron al despacho bastante alterados, pero decidí quedarme con la boca cerrada y terminar todo para irme a descansar. En cierto modo me hubiera gustado que Khan bajara su intensidad, ahorrándome el estrés que andaba acumulando después de un tiempo aunque evitara dentro de lo "posible" gritar como un loco y lanzar cosas.

Tuve que ir lento. Esto de tener un embarazo no era realmente lo que yo esperaba, y los pies me estaban matando. ¿Cómo podían hincharse tanto? Estaba empezando a odiar el hecho de usar zapatos, lo cual no era una posibilidad que pudiera llevar a cabo porque se consideraba de mala educación.

Me esforcé todo lo que pude, aguantándome la incomodidad de los zapatos y seguí llevando todo hacia la cocina, hasta que de repente alguien llamó a la puerta. Eso era raro. Rara vez alguien llamaba, y si lo hacía Khan solía preferir salir hacia fuera para que otros no pudieran verme. Aunque si eras un vendedor o alguien de la propaganda... era mejor que fueras rápido, porque Khan te lanzaría una piedra en la cabeza mientras te iba gritando que te largaras de su propiedad.

Espera... Algo no va bien.

Era propiedad privada, y recordaba vagamente la verja que solía separar el territorio de Khan con los demás territorios. Las casas cercanas, según Boston, eran residencias donde algunos iban a desconectar de sus trabajos durante unas semanas o eran un "castigo" para los hijos que no actuaban adecuadamente. Yo no entendía como eso podía ser un castigo, pero supuse que eran cosas de Alfa.

¡Toc-toc-toc! Sonaba la puerta cada vez más fuerte, hasta que tomé valor para acercarme y abrir un poco. Al otro lado encontré a un Omega. No parecía uno que fuera de clase baja o media, más que nada porque reconocía el logo de su polo de diseño. Tenía las uñas pintadas y bien recortadas, un perfilador en los ojos que hacía su mirada más intensa, y por supuesto que no podías negar que era alguien de alto estatus por la cantidad de perfume que llevaba encima.

Era asqueroso e incómodo.

—Se encuentra usted en la residencia de Khan Hommes, ¿en qué puedo ay...?

—Dejarme afuera es una grosería —me interrumpió el tipo, juzgándome con la mirada—. Abre ahora mismo la puerta al completo y déjame entrar, o le diré a Khan que su estúpida sirvienta es una inútil.

Vaya... a este tipo el ego se le ha subido bastante, y por su forma de hablar de mí no me extrañaría siquiera que fuera el hijo de un Alfa muy rico o era una pareja muy ostentosa. 

—¿Ha llamado para encontrarse con el señor de la casa?

—No lo nec...

—Entonces no puedo permitirle entrar. —Esta vez le interrumpí yo, endureciendo mi tono pese a mostrarle una expresión amable—. El Sr. Khan me ordenó que absolutamente nadie tenía permiso de entrar en su casa si él, en persona, no me lo notificaba. 

¿Sabes esa sensación en la que sabes que algo anda mal, pero no tienes ninguna explicación lógica para confirmarlo?

Así me sentía yo al ver a este tipo. Había algo en él, putrefacto y obscuro, que me estaba ordenando que le tenía que dar una patada o huir hasta que olvidara mi existencia. No podía explicarlo bien. De hecho, todo el perfume que tenía encima era una maraña de colores, lo que denotaba que no todo lo bello era tan perfecto como parecía.

Bien sabía yo que los Omegas eran peligrosos, pero si no había una señal olfativa en tu piel, entonces nada malo podría pasarte. En teoría.

—Escúchame, lobo apestoso —me dijo mientras me señalaba con el dedo, con la uña perfectamente pintada y limada en dirección a mi cuello pese a que le sacaba más de cuarenta centímetros de altura—, tú no sabes quién soy yo. Si te interpones en mi camino, voy a joderte la vida y...

𝕰𝚕 𝚑𝚘𝚖𝚋𝚛𝚎 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora