36. 𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚍𝚎 𝚞𝚗 𝚝𝚛𝚊𝚒𝚍𝚘𝚛

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Octubre dio paso a un frío noviembre, y con ello las épocas de lluvia antes de que llegáramos a diciembre. En esta parte de la ciudad, los meses de finales de otoño y principios de invierno hasta su final era una constante de lluvia y nieve; siendo el primero bastante recurrente en diferentes intervalos de tiempo y lo segundo bastante largo y molesto para destrozar el ritmo de sus habitantes.

Desde que Khan y yo nos acostamos, estando en todos nuestros sentidos, sabía que el ambiente en casa había cambiado bastante. Por supuesto que la personalidad de Khan no iba a dejar de ser la que era ―gruñona, maleducada y caprichosa―, pero te dabas cuenta de los pequeños detalles cada vez que coincidíamos en algunos momentos por casa. A veces una mirada de él tras mi espalda erizaba mi piel y, al girarme, él sólo soltaba un resoplido divertido y se largaba a trabajar al despacho. Otras veces, cuando Eriel llegaba, Khan estaba bastante territorial hasta el nivel de obligarme a sentarme sobre sus rodillas en la mesa hasta que me enfadaba y le decía que dejara de hacerlo.

A Eriel le resultaba divertido ver a su tío comportarse como un sub-Alfa adolescente pese a tener más de cuarenta. Lo que, por obvias razones, terminaba en una pelea entre ambos durante un rato y les dejaba gritarse de todo hasta que me iba con las niñas.

Ese momento era el mejor del día: Verlas crecer, hacer cosas nuevas, comprender su forma de ver el mundo de un modo que a mi edad no podía hacerse... ¿Cómo podían crecer tan rápido? ¿Por qué eran tan grandes?

Kala era un poco más grande que Lyss, pero ésta parecía tener un poco más de fuerza en los agarres. También comprendí que Kala era una niña muy caprichosa que quería demasiada atención, mientras que Lyss era más relajada y prefería no moverse demasiado de un sitio.

Según los libros que compró Khan y me regaló Eriel, entre los cuatro y seis meses la vista de las niñas se desarrollaría más todavía. Reconocían objetos, los buscaban con la mirada y a veces estiraban los brazos si les gustaba. Para Khan, que Lyss le mirara mucho a la cara, le hacía sentirse un poco de buen humor porque pensaba que "ella ya sabía que él sería su favorita", pero en realidad no tenía nada que ver. También reconocían nuestras voces: Mi voz para ellas era sinónimo de calma y protección, mientras que de Eriel y Boston les hacían poner muecas extrañas como si no los reconocieran del todo. Khan era también alguien que servía para calmar, pero sólo para Lyss; si Kala escuchaba su voz y él la tomaba, ella se pondría a berrear.

―Esta mocosa me odia ―me dijo un día en un refunfuño―. Seguro que Eriel le ha lavado el cerebro para que haga siempre eso.

―Es una cría, Khan. ¿Cómo puede aprender eso? ―puse los ojos en blanco por escuchar esa teoría tan absurda.

Él sólo se alejó con Lyss hacia el sofá para que mordiera un juguete de goma con supervisión, finalizando la conversación.

Otro día después, Khan me llamó asustado por algo, diciéndome que las niñas hacían muecas "anormales" y pensaba que a lo mejor tenían un problema mental. Volví a poner los ojos en blanco y él me enseñó lo que era: En realidad, sólo se sorprendían cuando su cara se reflejaba en un reloj o en la cámara del móvil de Khan, lo que desató en mí una enorme carcajada por haberle visto tan asustado por algo tan normal.

―¿Cómo va a ser normal esas caras? ―me preguntó todavía alterado.

―Página veinte del libro azul, Khan ―le dije todavía con restos de la risa―. Te pones más nervioso que Eriel, y eso que no son tus hijas.

Se sonrojó de golpe, pero no dijo nada y se largó de la habitación refunfuñando insultos.

Eriel parecía bastante preparado pese a no haber tenido hijos. Demasiado, diría yo. Sabía perfectamente como cogerlos sin que se hicieran daño en la cabeza, me comentaba curiosidades de los niños de esa edad, preguntaba mucho sobre mis acciones y si Khan no me jodía demasiado con el trabajo extra por ser un inútil... Yo sólo podía estar sorprendido ante tanta perfección, casi como si hubiera estado estudiando y entrenando para ello para ser el hombre más perfecto para esas niñas.

𝕰𝚕 𝚑𝚘𝚖𝚋𝚛𝚎 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora