𝕰𝚕 𝚑𝚘𝚖𝚋𝚛𝚎 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘 [También en Inkitt]

5. 𝙰𝚗𝚌𝚕𝚊𝚍𝚘 𝚎𝚗 𝚎𝚕 𝚋𝚘𝚛𝚍𝚎

【Ｋｈａｎ】

Miro mis pies descalzos conforme el chorro de agua caliente golpea duro contra mi cuerpo pesado e inmóvil, esperando de que el calor del agua en pleno julio me haga sentir algo que creo que he perdido. Simplemente estoy en el borde, anclado e indolente, ignorando la posible quemadura que se está creando en mi hombro al moverme inconscientemente hacia un lado.

A lo mejor no me he quemado, sólo es un efecto secundario de la medicación.

El agua que se mueve hacia el desagüe, deslizándose entre mis pies, todavía sale en un suave tono rojizo parecido al vino tinto. Eso se debe a que mis nudillos siguen pelados y sangrando, lo cual no es un consuelo para mí si no obtengo la información que necesito. 

―Khan, masturbarse por la mañana es perder demasiado tiempo; mejor resérvalo por la noche antes de dormir. ―La voz de Eriel me molesta, y también sus comentarios de mierda.

Respondo en un gruñido leve, lanzando algo hacia la puerta para decirle que se vaya de mi puta habitación o le parcheare la cabeza con mis propias manos. Sólo le escucho reírse y huir como el imbécil que es.

Diez minutos después salgo y me envuelvo una toalla alrededor de la cintura, recojo un poco de aceite de su respectivo recipiente y lo dejo un poco en la mano. Aun sin ganas de comer y perder el tiempo en mi casa, sé que tengo que mantenerme duro por fuera pese a que por dentro me esté derrumbando a pedazos. Nadie puede ver que Khan Hommes está jodido por un Beta, aunque es el mismo que a atado a dos Alfas en una correa de dos cuerdas sin siquiera parecer descarado. 

Masajeo el aceite en el cabello fresco, siendo esparcido por mis dedos, y miro mi reflejo que tengo delante del espejo del baño. Realmente estoy horrible. Si Chase me viera con este aspecto, posiblemente se molestaría por haber adelgazado demasiado en un mes. ¿Qué puedo decir? Su comida es demasiado perfecta y Boston sólo consigue imitar una versión mediocre de la misma, aunque Eriel siga manteniendo que sabe igual. No es cierto. La cocina de Chase es perfecta, pese a sus limitaciones.

La adrenalina obtenida durante este tiempo tras terminar mi Celo se ha ido. Se desvaneció al igual que lo está haciendo el aroma de Chase en mi cama, abandonándome, dejando que mi única razón para seguir fuerte y poderoso se ha dividido en dos; una parte en una cárcel que todavía no sé dónde es, y la otra durmiendo en una cuna literalmente al lado de mi cama. Kane es la mitad que necesito de momento para mantenerme cuerdo, o terminaré prendiendo fuego a la casa si le doy demasiadas vueltas a esto.

Mi primer objetivo es saber dónde está Chase, pagar al mejor abogado de esta ciudad sin importar el precio, y hacer lo que sea para sacarlo de donde esté. ¿Cómo se atreven a quitármelo de mi lado, como si fuera un juguete que no he pagado antes de sacarlo de la tienda? Me pone enfermo.

No puedo existir en un mundo donde Chase tiene que tragarse treinta años en la cárcel. ¿Qué pasará con nuestro bebé? ¿Qué clase de hombre soy si permito que se pudra ahí dentro? 

Cállate, Khan. Céntrate en lo importante. Lloriquear no arregla nada.

Las tres frases que me digo cada vez que un recuerdo triste inicia deprimiéndome, en lugar de cabrearme, pero sé que nunca me dejaré avasallar por ello. Soy demasiado terco. De todas maneras, mientras salgo del baño para ingresar en la habitación, sé perfectamente que ha pasado un mes desde que Chase me sonrió como si estuviera seguro de que todo irá bien. ¿Cómo lo sabe? ¿Tiene un plan? ¿Quién lo protege?

Esa última pregunta es respondida: Keriel Hommes ha metido su mano.

No puedo creerme que mi hermano mayor, el hombre que sólo le importa que toda su vida sea lo más perfecta posible a cualquier precio, se haya atrevido a deberle un favor a Chase. ¿Por qué? No lo sé. Aunque se lo pregunte directamente a mi hermano, su respuesta es protegida por un denso silencio y una mirada que te juzga para que no metas tu nariz en sus cosas.