2. 𝙴𝚕 𝚙𝚎𝚛𝚛𝚘 𝚚𝚞𝚎 𝚝𝚊𝚖𝚋𝚒é𝚗 𝚖𝚞𝚎𝚛𝚍𝚎 𝚏𝚞𝚎𝚛𝚝𝚎

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【Chase】

―Parece que no eres un perro que sólo ladra, novato.

El hombre está literalmente ahí, a cinco pasos de distancia, mientras le da una lenta cada al cigarro y así lanzar el humo unos segundos después por la ventana. Mi problema es que no sé exactamente cuál es el límite de su paciencia, dónde están las líneas que no debo de cruzar, y si es lo bastante hijo de puta para aprovecharse de mi inexperiencia.

No he tenido demasiado tiempo para mentalizarme de todo lo que me esperaría en esta cárcel, pues dudo que en un mes estés totalmente preparado. No es como si, por arte de magia, te llovieran las cosas buenas porque sí y sólo tuvieras que darle gracias a una energía cósmica de no darte una patada en el culo. 

―¿Quieres que te haga un cuestionario aquí, para que todos vean lo machote que eres, o prefieres tener más intimidad?

Savage arquea una ceja, aunque no estoy seguro si lo que lo ha provocado es mi tono indiferente o mis brazos cruzados bajo mi pecho. Puede que incluso la palabra "intimidad" tenga algún tipo de concepto distorsionado de lo que la sociedad piensa. Aun así, su respuesta es darle un par de caladas al cigarro y lanzarlo despreocupadamente por la ventana, colocándome el brazo por detrás del cuello y así obligarme a caminar.

No necesito que me diga cuál opción ha elegido, pues con ver esa cara gruñona mientras intenta parecer "importante", es suficiente. 

Me lleva a un paso relajado por el pasillo de la primera planta, sintiendo sus dedos hincándose en mi hombro, y dedicando miradas rápidas a cada cabeza que se mueve en nuestra dirección. No tiene prisa. Quiere que todos aquí vean que el nuevo es suyo y se van a tener que joder, porque no va a soltarme mientras esa mordida que tengo en mi cuello, roja y ardiendo como el infierno, sigua a la vista de todos.

Más o menos pasa lo mismo en el segundo piso cuando llegamos, encontrando a un Alfa de piel tan negra como una noche sin estrellas. Creo recordar que él es Zariff según la descripción rápida de Doggo. Es lo bastante alto para tocar el techo del pasillo con un pequeño salto, y tan rectangular que su cuerpo parece irreal. La perilla, blanca por algún tinte, destaca tanto como los dientes que muestra al vernos caminar con una expresión que no sé calificar; mientras que el cabello gris, a modo de mohicano, le da un toque bastante... ridículo. 

¿Quién lleva un mohicano hoy en día?

―¿Paseando a tu nuevo cachorro para provocar envidias entre los demás niños, Sav? ―pregunta en el mismo momento que pasamos por delante de él. 

Savage se detiene, mirándole con una expresión salvaje que sólo consigue que la sonrisa del Alfa se agrande.

―Bu...buenas tarde... ―murmuro yo para ser agradable, junto a una pequeña sonrisita tímida.

―Qué dulce es tu nuevo cachorro, Sav... Espero que este no te abandone como el anterior... ―Zariff dirige su mirada amarronada en mi dirección, estudiándome de arriba abajo en lo que no se corta ningún pelo en pasarse la lengua entre los dientes. Es asqueroso, aunque es innegable que este hombre tiene la fuerza suficiente para arrancarme del brazo de Savage―. Soy Zariff, muchacho, y si algún día quieres que uno de mis chicos le peguen una paliza a alguien... podríamos hablar de negocios; o si quieres sentir a un hombre de verdad muy bruto. Aunque mejor cuando Sav deje de mirarme como si quisiera morderme la polla por dirigirte la palabra, ya que no estoy interesado en tomar el hueso del perro rabioso.

El chico sólo se limita a resoplar, empujando mi cuerpo y así dar la conversación terminada. Me despido del hombre con la mano y una pequeña sonrisa tímida nuevamente, cumpliendo mi papel de tipo amable que intenta llevarse bien con todos. Zariff tiene un olor raro e inconcluso. No tengo muy claro cuál de todo ese menjunje de colores es el suyo, el natural, pues es una maraña que me llevaría un largo rato deshilachar hasta encontrarlo.

𝕰𝚕 𝚑𝚘𝚖𝚋𝚛𝚎 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora