28. 𝚄𝚗 𝚛𝚘𝚜𝚝𝚛𝚘 𝚚𝚞𝚎 𝚗𝚘 𝚎𝚜𝚙𝚎𝚛𝚊𝚋𝚊 𝚎𝚗𝚌𝚘𝚗𝚝𝚛𝚊𝚛

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【Chase】

Febrero pasa sin pena ni gloria, pero sé que han cambiado cosas. Unas cuantas.

Te das cuenta de ello cuando los vecinos del edificio fácilmente me ven y saludan, pero cuando está Savage pasan de largo para no incomodarse. Claro, menos los que siempre andan siendo tan amistosos como siempre ―la familia de Lila, con niña incluida, y Ken―; y por supuesto que Berto es tan encantador y bromista como el primer día. No sé cuantas bromas me ha metido dobladas por ser un poco crédulo a veces.

También en el momento que Savage se pone más mimoso en casa y extremadamente territorial en la calle. A veces tengo que sacarlo de un local antes de que inicie una pelea, pues en una ocasión que salí del baño de una cafetería le pillé dándole una patada a un tipo al grito de "¡Llama follalobos en ese tono asqueroso a mi hombre y te abro el estómago con mi bota, gilipollas!". 

Obviamente no volvimos.

También cuando se le convence a Savage de "ser un buen chico" con un abrazo por la espalda y susurrarle cosas que le suban el ego, haciéndole ver especial. Nadie puede imaginarse verle la cara más atontada y estúpida que podría quedársele a alguien que casi siempre parece de mal humor. Aunque, por supuesto, eso significa que tengo que mimarlo mucho sin que todo gire entorno al sexo. Hemos dado paseos por el parque, tomado café en alguna cafetería nueva, dado paseos por la noche a altas horas de la madrugada, y también hemos hecho cosas divertidas como sacarnos fotos haciendo el imbécil.

Marzo es un mes cálido, donde la gente parece recuperar fuerzas y disfruta de moverse mucho por la calle, dado que la temporada de lluvias prácticamente termina desapareciendo hasta que vuelva el otoño. Pero también es cuando Savage tiene que estar más tiempo en el trabajo porque le han dicho que a veces reciben las primeras llamadas de incendios a pequeña escala.

Aun así, las pesadillas no se han ido por completo sino que se han vuelto más cortas aunque extremadamente intensas. No siempre. Savage termina abrazándome y llenándome la cara de besos mientras me susurra que "mi perro guardián siempre está ahí para mí". 


Ahora mismo estamos a la segunda semana de marzo, y estoy haciéndole un favor a Berto de quedarme tras el mostrador porque debe de arreglar unos asuntos con el banco. Ya le dije que yo podía hacerlo, pero ha insistido de que le vendrá bien despejarse un poco después de estar muchas horas ahí dentro. Así que no insistí y esperé.

Pero me aburro.

Llevo cerca de una hora y media aquí, y poca gente ha salido o entrado. La mayoría del movimiento es de parte de los vecinos que no necesitan ser anotados, y los que parecían que habían alquilado una habitación se habían equivocado de calle. Durante todo ese tiempo me he estado preguntando sobre quién será el dueño del edificio.

Berto nos dijo que había comprado todo el edificio en el pasado, y solía vérsele la cara en verano porque venía para "desconectar". ¿No es eso un poco raro? ¿Para qué vas a comprar un edificio, si sólo vas a estar unos tres o cuatro meses,, mientras que el resto de año se queda el departamento vacío? No le veo sentido.

Mientras divago un poco, la puerta se abre y dos personas ―Betas― entran cargados con enormes mochilas de viaje. Berto me dijo que hoy tenían que venir dos parejas a alquilar unas habitaciones por tres días, por lo que debía de estar atento. Así que miro al chico y siento que lo he visto en algún lugar, pero no logro ubicarlo de momento, por lo que abro el libro de registros y muestro una amable sonrisa.

―Buenos días, ¿en qué puedo ayudarles?

Emh, sí, hola ―habla el chico un poco torpe, como si se hubiera quedado pensativo al verme―. Ha-hace nos días llamamos para alquilar unas habitaciones en la Calle Gardenia, para tres días.

𝕰𝚕 𝚑𝚘𝚖𝚋𝚛𝚎 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora