25. 𝙻𝚊 𝚒𝚖𝚙𝚘𝚛𝚝𝚊𝚗𝚌𝚒𝚊 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚊𝚖𝚒𝚜𝚝𝚊𝚍

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【Chase】

Llego al edificio donde debo de trabajar con una pequeña preocupación en mi mente: Estuve apunto de decirle algo a Khan cuando le llamé, pero su grito con la frase "DEJA DE JODER, NIÑATO CABRÓN" me recordó que todavía no es momento para decirle dónde estoy. 

Sacudo la cabeza, entro directamente y voy derecho hacia la sala donde termino encontrándome a Adrien. Solo. 

―¡Hola, Chase! ―me saluda él con su común sonrisa nerviosa. Ya estoy acostumbrado a verle moviéndose demasiado, siendo muy expresivo o que su voz suene tan bajo similar a un susurro como algo al más puro estilo "alarido".

―Parece que vienes con mucha energía, Adrien ―me fijo en que está arriesgando meticulosamente su escritorio. 

―Es el poder del té de buena calidad ―asegura, colocando sus lápices y bolígrafos en la misma posición en el borde superior de su mesa. Su excentricidad de hoy es bastante inusual a la de otros días, por lo que no sé si preguntarle sobre si hay algo más aparte del supuesto té―. Ayer mi padre y mi hermano estaban un poco pesados, ¿sabes? La cena fue divertida porque jugamos un poco a las cartas, pero después comenzaron a meterse conmigo porque creen que estoy obsesionado con la geometría y el orden estético. ¿En mi opinión? Sus palabras están mal fundadas, ya que si mi otro padre estuviera con nosotros, seguramente me daría la razón.

Alzo las cejas, ya que él no suele hablar de su familia en general. A veces comentarios sueltos, a excepción de quejarse de su hermano.

―No sabía que tus padres están separados ―miento porque sí lo sé por Saskia, pero no quiero que me tome por un cotilla.

―Oh, no te preocupes por ello ―sonríe con nerviosismo―. Mi padre está muy ocupado trabajando como policía, es el trabajo de su vida, ¿sabes? Mi otro padre es más relajado, y prefiere más la vida de campo, con su pequeña granja y sus animales para mantenerse alejado de "la locura urbanita" según él. 

―Suena... interesante―. No se me ocurre nada ingenioso que decirle al respecto, hasta que recuerdo algo―. Por cierto, ¿dónde está Asha? ¿Está enferma o se ha quedado dormida?

Mi pregunta le hace soltar una carcajada, la cual yo no entiendo por qué le hace tanta gracia. 

―No sé si lo sabes, pero Asha proviene del extremo norte del país vecino.

―¿Y?

―La gente que vive en el extremo norte, por norma general, suelen ser adictos a llegar puntuales a todos los lugares; mientras que en el extremo sur está garantizado que lleguen siempre tarde.

Eso... es un tonto estereotipo.

―Eso es...

―Si te soy honesto ―me interrumpe, poniendo bien su monitor―, creo que berreó algo de no haber desayunado e iba a devorar a alguien si no comía rápido.

Antes de que sea capaz de decir algo, las puerta se abren de golpe en un ruido estruendoso. Tal ha sido el suelto que casi me hago con mi propia saliva, mientras que todo el trabajo de Adrien por tener un escritorio ordenado ha terminado siendo un puto desastre.

―¡Una chica debe de estar bien alimentada para estar de buen humor por la mañana! ―exclama ella.

―¡Por tu culpa se ha estropeado todo! ―le recrimina en un grito, maldiciendo a sus adentros el hecho de haber golpeado las rodillas contra la mesa y ese momento de paz y orden se ha vuelto un ruidoso caos―. ¿No tienes ninguna consideración por los demás?

𝕰𝚕 𝚑𝚘𝚖𝚋𝚛𝚎 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora