Tenía un hermano mayor llamado Charlie, siendo cuatro años mayor que yo.
Charlie y yo nos parecíamos mucho físicamente. Éramos Betas grandes al promedio de nuestra generación, de labios expresivos en lo bueno y en lo malo, y unos ojos capaces de ocultar muchos de nuestros pensamientos. La única cosa que se nos podía diferenciar ―aparte de la edad y el tipo de vello facial― era la personalidad. Mamá decía que éramos dos rayos de luna en apariencia, mas no en cuanto brillo se definía: Yo poseía una personalidad gentil y sociable, alegre por naturaleza; mientras que mi hermano era serio, frío y territorial. Esto último teniendo mucho que ver conmigo.
En mi niñez, Charlie mordía a todo el mundo para que ningún hombre me pusiera la mano encima y miraba a las mujeres con recelo por si hacían algo raro conmigo. Pese a que no era de su agrado, estaba dispuesto a cantar canciones infantiles y hacer bailes ridículos sólo por escucharme reír. Era un buen hermano, atento y muy apegado a mí.
Pero entonces llegó la adolescencia y Charlie se dio cuenta de que entre nosotros habían diferencias que no podían equilibrarse: Yo olía a peral, una esencia muy similar a la de nuestra madre por la dulzura que destilaba mi piel; mientras que él tenía un ácido olor a naranja como mi padre. No le molestaba que oliera dulce, sino todo lo contrario. Y luego llegaron los cambios físicos antes de lo esperado: Yo me volví muy alto y ancho como mi padre, mientras que él era más rectangular y bajito. A penas unos diez centímetros menos que yo.
Fue ahí cuando supe que Charlie empezó a tener miedo. No de mí, sino de mi futuro. ¿Qué clase de Omega sería mi pareja? ¿Qué persona sería capaz de abrazar mi dulzura, amabilidad y cortesía en lugar de una personalidad engreída y ruda? ¿Sería soltero eternamente? ¿Sería popular?
Mi hermano mayor era un lobo hermoso, asemejándose a un cruel invierno que cubría los campos de nieve densa y pesada. A muy temprana edad rompía corazones, jugaba con los sentimientos ajenos y luego me contaba sus experiencias. Perdió la cuenta sobre el número de hombres con los que acabó en una cama sin siquiera despertar el hedor Omega para joderle la vida, la cantidad de besos que daba a decenas de mujeres sólo para jugar con su cortejo físico... y también de infieles. Hombres mayores que él ya casados y con cachorros, mujeres que estaban con algunos lobos al mismo tiempo hasta decantarse por el que era de su agrado... y lobos.
En cuanto llegó a la adultez el número era un borrón en su mente. Lo conocían en todos los pubs nocturnos, el barrio rojo, club de striptease, círculos de "novio a la carta", y "clubes de alquilar una pareja para eventos"... hasta que empecé la universidad y mi hermano decidió irse por sí mismo sin dar ninguna explicación. Me dio un beso en la frente, me ordenó que estudiara mucho, y que tuviera cuidado de los Alfas del territorio si quería probar cosas inadecuadas para mi edad.
Que fuera valiente y nadie me dijera lo que estaba bien o mal conmigo, pues esa vida era mía y nadie tenía el derecho de decir lo contrario. Ya fuera un Omega que amara para toda la vida, decenas de Omegas alternados, o lobos que desearan ocultarse en el anonimato de la sociedad para no ser juzgados por el mundo.
En todos estos años no recibí ni una llamada, mensaje, o algo que me aseguraba que estaba vivo como mínimo. Confiaba en que lo estaba. Mi hermano era muy inteligente, pero no haberlo visto en más de cinco años era un poco triste; y mis padres evitaban hablar de él para no sentirse tristes.
¿Por qué estoy pensando en mi hermano ahora?
Abrí los ojos, dándome cuenta que me habían cambiado de postura en la cama que olía a demasiadas cosas entremezcladas, y dos rayos de luna entraban por la ventana para mostrarme a un Khan mirándome fijamente con los orbes obscurecidos. A duras penas pestañeaba, no tenía la parte de arriba, y por lo que alcanzaba a ver nos había cubierto con una manta que apestaba demasiado.
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𝕰𝚕 𝚑𝚘𝚖𝚋𝚛𝚎 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘 [También en Inkitt]
Hombres Lobo[Libro 1] Chase, es todo lo que un Beta NO debería de ser en la sociedad en la que vive: Le gustan las tareas del hogar, disfruta cocinar, su personalidad es gentil... pero, sobre todo, Chase no ama de manera «tradicional» y guarda un secreto que pu...