18. Encaminado al fallo tonto

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La hora en la que acordamos salir juntos, Khan y yo, se estaba aproximando y yo estaba muy nervioso. Mi madre, por el contrario, intentaba animarme de que todo saldría bien y que podría ser una buena experiencia rodearme de gente diversa; no sólo Betas. No le dije que iba a salir con Khan. Estaba seguro que ella, y mi padre, sabrían perfectamente qué clase de fama tenía ese hombre por los alrededores, y no era precisamente buena.

Ataviado con esta ropa estúpidamente cara, pero de colores alegres, tomé una profunda respiración para despedirme de mis padres con un fuerte abrazo. Salí, notando que hacía fresco, pero por dentro tenía un poco de dudas de la clase de lugar a la que Khan me iría a llegar.

Una discoteca, sí, ¿pero de qué clase? Había escuchado que existían algunas muy exclusivas, donde hombres adultos llevaban a gente de confianza, y estaban prohibidos los teléfonos móviles para proteger la integridad de sus clientes. También aquellos en los que llevabas una máscara. Existían todo tipo de locales con temáticas y normas diferentes dependiendo de la zona a la que ibas a dirigirte.

Deambulé por el pequeño jardín que teníamos por casa, observando las flores que mi madre plantaba y cuidaba para mantenerse ocupada. La mayoría tenían buen aspecto, parecían todas tan alegres de ser amadas que mis ojos se movieron hacia la zona extrema derecha: Betónicas de un púrpura intenso, gardenias blancas completando un semi-muro, un arbolito de acacias amarillas, y dalias violetas. Todas esas flores destacaban entre todas las demás, y si el libro del lenguaje que me regaló mi madre, junto a la casualidad, tenían razón... A lo mejor no todo sería tan malo. Aunque improbable, claro.

―Chase. ―La potente voz de Khan me asustó. Levanté la mirada encontrando al hombre llevando una apretada camisa verde trébol, junto a unos pantalones marrones oscuros. Estaba muy guapo―. Vámonos ya, aunque haya llegado quince minutos antes de lo acordado.

Asentí, movilizándome del jardín para mirar hacia atrás y asegurarme que mis padres no se estaban asomando detrás de las cortinas delanteras de casa. No lo hicieron, aunque me sentía nervioso por alguna razón. Bueno, salir con el hombre que te estaba haciendo la vida complicada era una señal de que, quizás, no todo podría ir bien. No lo sabía.

Al llegar a su lado él me miró atentamente. Inevitablemente sonreí por los nervios, aunque a él sólo le importaba ver mi ropa de ese momento, asegurándose que estaba bien vestido y me había asegurado que nada estaba sucio o roto.

―Le sienta bien el verde ―dije rápidamente, obteniendo la rápida mirada de Khan. Hizo una mueca que no entendí, y remoloneó un poco―. Le hace más joven y ofrece más vitalidad a su aspecto regio; seguro que la gente envidiará que alguien como usted lleve algo fuera de los estándares.

―Tengo buen gusto.

―Por supuesto ―aseguré, aunque sabía que la idea de llevar algo verde fue mía. Era mejor darle la razón, evitando que se cabreara por cualquier cosa―. ¿A dónde tiene pensado llevarme?

Caminamos directamente hacia el coche de Khan, sentándonos en nuestros respectivos lugares. Hasta que no encontró las llaves no volteó para verme y responderme, lo que demoró un ratito en el que supliqué en mi fuero interno que no fuera un lugar soso o con música demasiado clásica.

―Tuve que preguntarle a Eriel por locales que valieran la pena visitar, ya que yo no acostumbro a... bailar, y hacer esas cosas que me quitan horas de trabajo.

―Ajá... ¿Y hacia dónde, Sr. Khan?

No parecía demasiado contento de preguntarle a su sobrino.

―A Silver Moon ―soltó demasiado rápido, encendiendo el coche, para seguidamente reparar sólo en el camino sin querer hablar más. 

Silver Moon se trataba de una discoteca muy bonita. Quizás un poco ostentosa por dentro, pero tenía un gran laberinto de setos, arcos de flores, y la terraza tenía mesas con velitas aromáticas en el centro para generar un ambiente más privado. Era buena elección, siendo honesto. Mi único "pero" era que sólo podías entrar de dos maneras: Con una entrada que tardarías meses en conseguir de forma anticipada, pagando bastante dinero por su exclusividad; o hablando con alguien con un alto estatus para que sólo pagaras un poco más que la entrada vendida por el precio de inicio. 

𝕰𝚕 𝚑𝚘𝚖𝚋𝚛𝚎 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora