ocho:

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SeungKwan pasó cada recreo al lado de MinGyu, escuchando sus anécdotas, por más ridículas que fueran, con una sagrada atención como se le da a las predicaciones. Es sobrante recalcar que MinGyu no notaba de la inmensa alegría que le provocaba cuando le dijo sobre aquella vez en la que casi pierde un ojo por querer picar leña con una técnica equivocada y un hacha floja.

Al final, en uno de esos días, MinGyu lo invitó por un helado, cosa que no podía vetar; amaba el helado, más si era de chocolate. Tenía ciertas restricciones con respecto a ese tipo de comidas inyectadas de sacarosa, pero prefería omitir decírselo por su dulzor, más dulce que el propio helado que le compró; mas encima, uno doble. Fueron a una banca y se acomodaron al lado del otro.

—Gracias —dijo SeungKwan sin haber probado su helado aún.

—Ya me has agradecido —dijo con los labios embarrados de helado de frambuesa—. Con una vez es suficiente.

—Bueno, gracias... ¡Haz como si las otras dos veces nunca hubieran existido! —avisó con un alargado nerviosismo, haciendo que su helado casi se escurra.

—Bueno... —evitó la risa—, lo tomaré en cuenta.

—Sí, bueno. —guardó silencio y sin nada que sumar.

—¿Cómo sigue Hansol?

—Creo que mucho mejor. Aún le duele un poco su hombro, pero ya no falta nada para que regrese a clases.

—Me alegra saber eso.

—Sí, a mí también.

Ambos enmudecieron y avanzaron con sus helados. MinGyu no se notaba incómodo o extrañado, pero SeungKwan sí. Este último no quería hacerle saber la razón de su comportamiento casi fugitivo, como mirarlo durante muchas veces seguidas entre cortos lapsos o apenas proseguir con su helado. Tuvo que ingeniar una pregunta sencilla para distraerse:

—¿Te gusta el helado? —decidió preguntar.

—A todo el mundo le gusta el helado.

—Nunca pensé que te gustase tanto.

—¿Se nota demasiado? —dijo mientras se limpiaba con su lengua el sobrante de helado que rodeaba sus labios.

—Sí… demasiado. —lamió el suyo, no muy animado.

—Veo que a ti no te gusta mucho el helado, y eso que te pedí uno doble.

—Oh… no es eso. No pienses que soy un malagradecido… o que no aprecio tu generosidad.

—No pienso eso, descuida.

Otra vez apagaron sus cuerdas vocales, centrados en lo que tenían en sus manos: uno con mucho miedo de decir o hacer algo vergonzoso frente a su amor secreto, y el otro con miedo de no acabar con su helado en menos de tres segundos. Por eso, SeungKwan asumió que MinGyu solo lo invitó por cortesía y que no tenía interés en entablar una relación mínimamente amistosa y frecuente. Se colocó su mochila, se levantó algo desanimado, pero lo cubrió con un semblante firme y una voz segura:

—Debo irme, se me hace tarde.

—Oh, entiendo. —también se colocó su mochila y se levantó—. Puedo acompañarte a la parada…

—No es necesario. No quiero molestar tu tranquilidad. Sigue comiendo tu helado.

—No conozco a alguien que sea incapaz de caminar y comerse un helado a la vez.

—Buen punto, pero no te molestes, en serio.

—SeungKwan, no es…

—¡Adiós! —se marchó sin aviso y no dio tiempo para la reacción del otro—. ¡Se me hace tarde!

I've Always Loved U • VerkwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora