cincuenta y siete:

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Había recibido el gesto de Hansol de ofrecerse para acompañarlo a la recepción del hotel, pero negó hasta la última insistencia, cuando se estaba colocando su abrigo, y se despidió. Huyó de esa casa como un ladrón huye de un banco. ¡Acababa de negar a Chan frente al hombre que ama! ¿Cómo se vive mientras se escapa de esa jaula de honestidad de acero, agotado de pisar la misma nieve en la que él camina? ¡Es la discordia del destino! Ahora llega al hotel y se siente muerto como un asmático después de una carrera. Le pregunta la hora a la recepcionista y esta le dice que son las diez con diez minutos.

Lo único que le faltaba a su noche para finalizar era entrar a su cuarto y ahogarse, ducharse por media hora con agua caliente y así dormir depurado de incomodidades.

—¿A dónde crees que vas?

Antes de abrir su puerta, la única voz que no quería escuchar le atraviesa una púa de miedo como un erizo colérico. El portador de esa voz camina hasta llegar a él para tomarlo de la cintura y llevarlo al cuarto contiguo, oscuro, desamparado. Lo empujó y cerró la puerta con seguro.

—¿Querías hacer como si nuestro trato fuera un juego? —le preguntó SeungCheol mientras se quitaba la camiseta para desnudar su torso.

—No —respondió molesto.

—Quítate la ropa. —se desabrochó el cinturón y se bajó los pantalones. Se agarró el bulto—. Yo sé que te gusta, yo sé que te gusta.

Se unió a su espalda como dos piezas de madera para quitarle la ropa lentamente, provocando la turbación de SeungKwan. Insiste en rozar su pene entremedio de las nalgas crecidas y chupar su cuello y orejas, mientras lo masturba. «Tu pene es muy bonito», le susurró. Lo acomodó en la cama, le colocó una diadema con orejas de conejo que, según, había llevado porque sabía que no se resistiría, y su lengua, un lubricante y sus manos hicieron todo lo demás. Y para puntualizar, SeungKwan lo disfrutó, gustó de cada caricia, cada beso, cada blasfemia y cada penetrada. Cuando estaban por acabar pensó en tirarse por la ventana y ser asesinado por el gélido frío. «Soy una puta de mierda», susurró al borde del lloriqueo, algo que SeungCheol escuchó y utilizó a su favor.

El recuerdo de una noche que por ley debía vivir para reclamar su serenidad se humaniza. Despertar era ver un espejo en el techo que había reflejado toda la noche anterior desde un ángulo que no sabía cómo consiguió imaginar a la perfección, perfecto como el culo de SeungCheol meneando mientras lo penetraba, o su ancha y gruesa espalda, su grueso cuello, la fuerza de sus brazos para levantarlo y arremeter contra él en la pared, o de sus piernas... Y comenzó a ver el paisaje ataviado con luces navideñas a través de la ventana, cuando SeungCheol lo llevó para que sintiera la adrenalina de ser su pareja, porque SeungCheol le dijo que realmente lo quería cada noche para hacerle el amor y cada mañana para tratarlo mejor que a una esposa. Y eso lo atosigó más que la probabilidad de que alguien lo hubiera visto desnudo y aplastado contra la ventana mientras SeungCheol acababa en su culo y lo acariciaba y lo ayudaba a correrse en su mano y obligarlo a beber su líquido.

Era como vomitar miel: SeungCheol cumplió su parte del trato y eso era muy placentero y asqueroso a la vez. Hubiera deseado que el esquí fuese más recio que la noche anterior, o no haber pedido de almuerzo arroz con chorizo, o que el sexo no fuese como chocolate, o no tener tan buena memoria... Le exige tanto a una vida que no le está enseñando cómo quemar su pasado como hojas de un diario, y así rehabilitarse y regresar a la civilización mucho más recatado ante los ojos de quienes lo han usado cuando quieren diversión... Son muchos imposibles después de una noche tan rica: cenar con el hombre que ama y reservarse sus sentimientos por respeto a la nueva vida que lleva, y dejar que el apuesto primo mayor le siga abriendo los horizontes de la seducción.

Ha pasado muchas horas encerrado y desperdiciando tiempo jugando algo en su celular o hablando con Wonwoo por teléfono acerca de cómo era el resort y sobre la vida cotidiana de Wonwoo; este no afinó ningún aspecto y quedó en los términos comunes de "estoy muy bien y he pasado toda la semana con mi familia". Pero por el penúltimo día, recién, como si lo hubiera planificado, Wonwoo preguntó por Chan, ya que no atendía ninguna de sus llamadas y tenía interés de saber qué tal era su trabajo.

I've Always Loved U • VerkwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora