cincuenta y ocho:

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El recorrido de dos horas fue manejado por un chofer contratado únicamente para Hansol.

Cuando SeungKwan le había dicho a los señores Chwe que se iría con Hansol, solo recibió el deseo de que el viaje fuera seguro. Lo más probable es que ya vean a SeungKwan como un adulto, luego de cuatro años sin verlo. De seguro que sus cambios son muy relevantes.

El chófer, antes de estacionarse al frente de la casa de los Chwe, le preguntó a SeungKwan su dirección para ahorrarle una espera eterna por un bus o un taxi. Hansol lo interrumpió y le dijo que se quedaría a cenar y que después lo llamaría para que llevara a SeungKwan a su departamento y para que lo lleve a él al hotel. Después de bajar le dijo al chófer que podía ir a descansar. Eso hizo y Hansol y SeungKwan pasan a la casa, juntos, por primera vez en más de cuatro años, y la maleta ahora es una mochila pesada que tiene las cosas de ambos y la ropa muta en los uniformes que usaban cuando estudiaban y la noche se hace día y los muebles cambiados de lugar y reemplazados retroceden a su ubicación y apariencia original.

Ambos se disponían a encender la luz, pero la mano de SeungKwan llega primero y la prende, y la de Hansol se arrima en ella con la misma intención. La retira bruscamente y en vez de disculparse va a la cocina, se quita su chaqueta de color semejante a las tortillas para pasear en su camisa negra completamente abotonado, busca algo dulce para beber en la nevera, dulce como un jugo de frambuesa o una Pepsi. Saca ambas y las ubica al lado del microondas.

—¿Qué prefieres beber? —le preguntó mientras sonríe.

—Lo que tú quieras.

—Beberé lo que tú quieras —dijo aún al lado del interruptor.

—Ah, entonces... —regresó al refrigerador y del cajón inferior sacó dos botellas de Soju sin alcohol. Las acercó a la mesa—. ¿Qué te parece?

—Sí, está bien. No me vendría mal una cerveza ahora. Cuando hace frío lo mejor es una cerveza.

—Pero estas no tienen alcohol. ¿Eso es importante?

—Prefiero no embriagarme.

—Bueno. —Tomó las botellas e hizo chocar las bocas con el borde de la mesa, sacando rápidamente las tapas y derramando un poco de cerveza en el suelo. Luego notó que SeungKwan estaba asombrado—. ¡Oh, oh!, no es nada, en serio. Aprendí esto en Estados Unidos cuando tuve que cenar con unos empresarios... Nada relevante. —corrió dos sillas hacia atrás y se sentó en una, pero vio que SeungKwan no se movía como si fuera un invitado nuevo en la casa. Se levantó y se acercó. Agarró la maleta y la sentó en uno de los sillones, ahora forrados con una tela color vino, y le tendió la mano—. SeungKwan, ven conmigo.

SeungKwan miró abajo, a esa mano de falanges largos y reconfortantes como cojines, esa palma que siempre le ha parecido límpida y sus uñas limpias y cortadas para no dejar tajos en las manos que la tomen. Corresponde y la mano de Hansol se cierra como una planta carnívora, tan inesquivable como la naturaleza y su evolución, como si conociera sus medidas y se acoplara a ellas para no maltratarlo. Cuando las almohadillas de sus manos se estrechan, Hansol sonríe mirando la unión, lleva a SeungKwan a la mesa y espera a que también se retire su chaleco de faldón para verlo en un chaleco delgado anaranjado. Lo sentó a su lado para beber, sin parloteo ni cotilleo, como dos extraviados que se conocen en una taberna vacía, escuchando goteras imaginarias haciendo eco o al cantinero invisible cavitando en la espera de otro cliente.

En eso Hansol gime con prisa para dejar la cerveza a un lado.

—Recordé que mi mamá encontró algo que pensé que había perdido cuando llegué acá.

—¿Es algo importante?

No recibió palabra alguna. Hansol se levantó y se agachó en frente de la mesa de centro de la sala, sacando una carpeta de forro verde. Regresó a su silla y puso la carpeta en medio de ambos. Miró a SeungKwan y con dos parpadeos le pidió que la abriera. Antes de destapar lo que tanto alegraba a Hansol, agarró la punta de la carpeta y la dobló. Cuando descubrió lo que tanta tensión impedía ver, no dejó que el pudor de su melancolía lo hiciera un ser apático a propósito; eran un montón de fotografías de ellos dos juntos a través de los años, y vio una que otra únicamente de él, mas no de Hansol. Pasaron unas cuantas páginas y era revivir esa felicidad que un papel contiene.

I've Always Loved U • VerkwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora