I've Always Loved U • Verkwan

treinta y dos:

El silencio que la naturaleza adoptó cuando ambos posaron sus trastes en un tronco caído, a pocos metros del despeñadero del bajo acantilado resguardado por unas barras de seguridad, era obra milagrosa. Se reanudó con magia en el ulular del frío canto ventisco y los insectos unificando sus instrumentos, opacando la presencia humana fuera de ellos.

—¿En qué piensas? —le pregunta Hansol en mitad de presenciar el absorbido semblante de SeungKwan.

—¿Ah? —se ubicó más erguido como una máquina programada.

—Estás muy silencioso.

—Soy silencioso, o eso soy de vez en cuando.

—Mi mamá me dijo que ya reservó nuestros pasajes para nuestro vuelo de regreso a Corea, y será en pocos días. Mañana nos iremos de acá; no sé si te lo mencioné.

—No, pero siento que ya es momento de irse.

—Si se da la probabilidad, ¿te gustaría volver?

—¿Por qué haces esa pregunta? —muy alejado de la frialdad con la que Hansol ejecuta las preguntas.

—Nada, solo… Solo pensé que este lugar, estas vacaciones… fueron diferentes a todas las anteriores.

Demasiadas pausas no eran propias de un ser que se refiere a todo con más precisión, alguien como Hansol. SeungKwan no puede detenerse a estudiar sus gestos, principalmente porque la linterna entre ambos no le da mucho alumbramiento, y también por su quebradizo corazón que se lamenta tanto retardo por asimilar sus afectos.

—SeungKwan —gira su atención, de la boscosa vista a los pies de SeungKwan—, necesito decirte algo importante.

—¿Muy importante? —también bajando su mirada.

—Sí… No se lo he dicho a nadie, porque no confío en nadie más. Siento que es primordial soltarlo antes de que sospeches algo fuera de lo común en mí.

Por un instante, SeungKwan planeó rápidamente en contar lo que él ya sabía, sin la convicción de coincidir en la información. Pero, muy en el núcleo de su corazonada, toma la decisión de esperar y no interrumpir con un posible error. Asiente y se presenta atento.

—Me ofrecieron un contrato en una agencia de modelaje. —levanta su frente para terminar con una tímida sonrisa.

—¿Un contrato? —casi perplejo—. ¿Te refieres a una agencia de modelaje de verdad? ¿Una grande con contactos y desfiles y…?

—Y representación por todo el país, y comerciales, y colaboraciones con diversas marcas de moda. Sí, eso mismo.

—¿Cómo llegaron a ti?

—Ni yo me lo creo cada vez que pienso en eso. Para ahorrarte mis reacciones, fue en el aeropuerto, cuando llegamos a este país.

Ya comprendía lo que había ocurrido en el aeropuerto, cuando Hansol fue frenado por dos hombres de buena vestidura y presumible actitud. Casi suelta todo lo que había visto sospechoso después de eso: Hansol leyendo ese papel, saliendo de la carpa azul en el centro comercial, y la probabilidad de que eso hubiera persuadido su comportamiento casi insensible y débil a la vez.

Había dejado un aterrador silencio entre la última palabra de Hansol y el momento actualmente desarrollado. Por eso pidió que se explicase mejor, en vez de confesar los descubrimientos de su espionaje.

—No hay mucho que sumar. He tenido sesiones fotográficas de pruebas con ellos, me entregaron una copia de las condiciones del contrato y me garantizaron meses antes de poder dar mi respuesta. Ellos comprendieron mi situación de estudiante en su último año, y esperarán el tiempo necesario para que pueda tomar una decisión.