sesenta y tres:

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Cuando los pingüinos encuentran una pareja le entregan su fidelidad infinita. Los machos ven las rocas como una evidencia de sus sentimientos. Mientras más brillante, pulida, resbaladiza, cómoda y creativa sea, más comunicativa que los puntazos de su pico serán. Parecía que sus alas escribían mágicamente una declaración que encapricha a la hembra y llegan a un altar polar cuya unión es permitida por las ráfagas de ventiscas que parecían nubes siendo ralladas para crear pétalos.

SeungKwan se preguntaba si había entregado su fidelidad total, si era despedirse totalmente del amor, mientras tocaba y olía el hueco que Hansol había dejado en la cama.

Nuevamente lo llaman desde su teléfono, pero no tiene miedo a la rebeldía, sabiendo que puede ser el señor Kim reclamando su ausencia. ¿Se puede deprimirse por amor? ¿El señor Kim entenderá que su corazón fue succionado? Ojalá sea empático para escuchar su parte de los hechos. «Se llevaron mi corazón al otro lado del mundo», y lloraría y caería al suelo.

Son las nueve y quince de la noche y desde las seis y media no se ha separado la cama, desnudo, cubierto por solo una blanca y traslúcida sábana. El resto de cobertores son ladrillos de hielo en comparación a un calentito abrazo de Hansol. Ahora le teme al frío y a la oscuridad. Con Hansol se sentiría escudado, sus ojos serían los faros y sus manos el calor del sol.

Son las nueve y media de la noche y, por primera vez en una hora y catorce minutos, escuchó a alguien al frente del departamento. Por eso decide voltear hacia la pared. Ese alguien entra y cierra la puerta. HyunSik tararea una canción y enciende la luz.

—¿SeungKwan? —preguntó casi proseguido de un infarto incompleto—. ¡Oye, no me digas que te has quedado dormido para ir a trabajar! —dejó sus bolsas con mercadería en la mesa y se apresuró a sentarse en la cama—. Oye, no me digas que...

—Es el fin —susurró con tristeza.

—¿El fin de qué?

—Mi fin. Ya no tengo corazón, él se lo llevó.

—¿Hablas de Hansol?

—Me pidió un último deseo antes de irse. Pero él no entendió que cumplirlo causaría un vacío que nada más en el mundo puede llenar.

SeungKwan finalmente se voltea de su escondite para que HyunSik compruebe lo muerto que se siente. HyunSik revisa la cama con minuciosidad como si tuviera una lupa para buscar hormigas. Tocó el colchón rápidamente sacó su mano cuando algo que nunca había tenido en su cama fue reconocido. Él sabía la gente que había estado en su cama y era la primera vez que un calor desconocido terminaba penetrando hasta en los resortes. Los ojos de SeungKwan también le comunicaban un dolor que solo un deprimido conoce.

—¿Hansol estuvo aquí?

—Sí. —se limpió los ojos con la sábana.

Su cuerpo estaba sudando de pena. HyunSik lo vio completamente desnudo sin tener que destaparlo. Aún hay pensamientos que prefiere omitir. SeungKwan se apena aún más y se contrae para llorar en silencio.

—¿Qué harás? —preguntó y luego comenzó a acariciar su pelo.

—Nada.

—No puedes dejar las cosas de esta manera. Mira cómo estás.

—Es lo que gano por ser un imbécil con todo el mundo. ¿Por qué debo esperar un final feliz luego de haber dañado a los que quiero? Es mi condena por ser una mierda de persona.

—No lo eres, SeungKwan. Gran parte es mi culpa y soy capaz de llevarme toda la carga para que no creas que todo es tu culpa.

—¡Es mi culpa! —agarró el cojín que había usado Hansol y lo ubicó sobre su cara, pero encontró el perfume de su cuerpo más intenso que nunca y lo lanzó al otro extremo.

I've Always Loved U • VerkwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora