veintinueve:

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La familia Chwe y SeungKwan tenían fecha de ida para la siguiente semana, el Lunes a primera hora en el aeropuerto, una semana. Reconocer que unas vacaciones memorables son las más efímeras y disfrutables pero provechosas costó voluntad, porque ninguno quería irse. Una de las razones que tenía SeungKwan para argumentar su deleite eran las noches en el bosque, con una linterna en sus manos, porque nunca vio la noche desde otra perspectiva que no fuera en su habitación, agregando las sensaciones casi fúnebres que lo deprimía.

Distraído en sus comparaciones, Hansol lo captura con sorpresivo sobresalto y un grito de horror que reprendió al alumbrar su alegre rostro, mientras que allá ni un alma lo acompañaba ni en el terror.

—¿Te gusta la luna? —sentándose a su lado, en el poco terreno de césped limpio que encontró.

—No —profundizando su apreciación—, me gusta la noche en general.

—¿Desde cuándo eres amante de la noche?

—Desde que llegué acá.

—¿Qué tienen de diferentes las noches allá?

—No lo sé, creo que no lo entenderías.

—¿Me crees un analfabeto?

—No, pero creo que ya has conocido la angustia. —cruzando sus piernas, dejando sus ojos en ellas al acabar.

—Sí, pero tú crees que no sé cuando te sientes así.

Y era cierto, pero SeungKwan pretendía que era una exageración. Por alguna razón, la voz de Hansol lo relaja y presiente una verdadera disposición. Cuando vuelve a mirarlo, se pregunta por qué él también lo miraba, listo para recibirlo. Siente un cosquilleo, como la fatiga de sentirse enjaulado por la confusión. No sabe cómo reaccionar ante su empática sonrisa. Sus ojos se tornan brillantes y su alma se acomoda en paz.

—¿Te sientes bien?

—Creo que extraño a mis papás —dijo sin mucha voz.

—Hablaste con ellos hace unos días y escuché un poco.

—Sí, pero ya les dije que regresaré antes de las últimas semanas de vacaciones.

—Ojalá podamos repetirlas cada año.

—¿Realmente quieres eso? —lo mira más relajado.

—Solo lo haría si tú quieres repetir este viaje las veces que desees. —une sus párpados hasta dejar un espacio menor para verlo, apretando el ceño.

—Y yo solo lo haré si tú quieres —retoma con la luna, aunque se desvanece su sonrisa—, porque no creo que mis padres vengan de vacaciones, acá, ni aunque ganen la lotería.

—¿Qué dices si mi respuesta es un "sí"?

—La mía también será un sí. —sus labios se curvan hacia arriba. Cerró un rato sus ojos por el buen recuerdo auditivo que se estaba guardando con los grillos y el precoz ulular, pero la inquietud de Hansol se cuela y lo mantiene atento, pasando insospechado hasta que decide preguntar—: ¿Te ocurre algo?

—¿Hm?

—Te noto algo rígido.

—No pasa nada... Solo quería decir algo, pero se escapó; olvidé lo que estaba por decir.

—Eso no me sorprende, porque eres muy despistado. —ríe tiernamente.

—¿Siempre me van a recordar eso? —sonriendo, copiando la ebriedad de los gestos, aunque cueste pasar desapercibido.

—Es algo que te hace distinto al resto. Si no fueras despistado, mucho de ti se iría. El que seas despistado te vuelve más delicado, más adorable, más ingenuo…, y eso nos gusta a todos.

I've Always Loved U • VerkwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora