CIGARRILLOS

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Arthur Weasley había encendido unas velas en el patio durante la cena, al igual que la noche anterior, creando un entorno agradable y hogareño a la vez que todos conversábamos.

-Mirad qué hora es. Dijo de pronto la señora Weasley, observando su reloj. -Ya tendríais que estar todos en la cama, porque mañana os tendréis que levantar con el alba para llegar a la Copa. Harry, Cassie, si me dejáis la lista de la escuela, os puedo comprar las cosas mañana en el callejón Diagon. Voy a comprar las de todos los demás porque a lo mejor no queda tiempo después de la Copa. La última vez el partido duró cinco días.

-¡Espero que esta vez sea igual! Exclamó Harry entusiasmado.

-Bueno, pues yo no. Debatió Percy -Me horroriza pensar cómo estaría mi bandeja de asuntos pendientes si faltara cinco días del trabajo.

-Creo que podrán sobrevivir sin ti. Comenté, siendo ignorada una vez más por el nuevo miembro del ministerio.

-Desde luego, alguien podría volver a ponerte una caca de dragón, ¿eh, Percy? Señaló Fred.

-¡Era una muestra de fertilizante proveniente de Noruega! ¡No fue nada personal! Se defendió el hermano.

-Sí que lo era. Nos susurró la fotocopia al levantarnos de la mesa, siéndome ya imposible aguantarme las ganar de reír. -Se la enviamos nosotros.

-Molly, no hace falta que compres mis cosas. Compré la mayoría antes de venir y mi padre se encargará del resto, pero gracias. Dije antes de dirigirme a la cocina para ayudar a recogerlo todo.

Minutos después, todos se habían ido ya a descansar. Cuando me disponía a subir las escaleras, me di cuenta de la puerta entreabierta que daba al patio de la casa y me acerqué con cuidado. Al abrirla, pude ver a Charlie de espaldas a mí, mirando al cielo distraído y rodeado de una hilera de humo.

-¿Desde cuándo fumas? Cuestioné llamando su atención, a la vez que finalizaba su cigarrillo y abría la caja para sacar otro.

-Desde que las guardias nocturnas en Rumanía comenzaron hacerse demasiado largas. Me contestó, ofreciéndome la caja de cigarrillos abierta. No tardé en agarrar uno de ellos. -Por cierto, no le digas nada a mi madre. Ya sabes como es.

-Yo no diré nada, si tu no dices nada. Afirmé tranquila.

-¿Y tú? ¿Desde cuando? Me preguntó curioso.

-Desde que lo de ser hija de un prófugo comenzó a ser más difícil de lo que imaginaba. Posé el cigarrillo entre mis labios y chasqueé los dedos de mi mano izquierda, haciendo aparecer una llama con la que prender el cigarrillo.

-Tienes que enseñarme hacer eso. Señaló sorprendido, causando nuestra risa al mismo tiempo que le prendía el cigarrillo situado en sus labios con la misma táctica.

-¿Cómo lo llevas? Me preguntó de pronto mirándome y expulsando el humo de la primera calada.

-Bien, supongo. La peor parte es saber que la historia que todos conocen no es la verdadera. Pero he recuperado a mi familia, eso es lo importante. Respondí observando fijamente como el cigarrillo se iba consumiendo lentamente.

-¿A qué te refieres? Espera, ¿estás diciendo que Sirius Black no fue el traidor? Negué levemente con mi cabeza mientras expulsaba el humo, sintiendo como la presión acumulada en mi pecho iba desapareciendo de a poco.

-¿Me creerías si te digo que mi padre no es un asesino y que todo esto no es más que una mentira creada por una maldita rata traidora? Pregunté mirándole directamente a los ojos.

-Sí. Contestó manteniendo mi mirada con seguridad y comprensión.

Necesitaba contárselo a alguien. Las pesadillas cada vez iban a más, igual que el miedo a perderlo todo de nuevo.

Pequeña Lunática [Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora