TRIBUNA PRINCIPAL

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Entre diferentes conversaciones y bromas, llegamos a nuestros asientos, situados en la tribuna principal. Esta se encontraba en medio del estadio, contenía unas veinte butacas rojas y doradas divididas en dos filas.

Me senté entre Charlie y Harry. Fuimos los primeros en llegar, a excepción de la que era, por lo visto, la elfina doméstica del señor Crouch.

Harry tuvo una pequeña conversación con ella sobre como a Dobby, el antiguo elfo doméstico de los Malfoy, se le estaba subiendo la libertad a la cabeza.

Durante la hora siguiente, los cien mil asientos con los que contaba el estadio, se fueron llenando. No paraban de llegar altos cargos del ministerio a la tribuna principal. El señor Weasley les saludaba amablemente a todos ellos. Estos aprovechaban la oportunidad para pararse a saludarme con hipocresía, ganándome así las constantes miradas envidiosas de Percy.

Algunos hicieron comentarios demasiado insinuantes y insultantes sobre mis padres. Lo cual hizo que, en una ocasión, me levantara de mi asiento dispuesta a encarar a una ministra que creía tener la única opinión válida sobre los trabajos adecuados para los hombres lobo: alejados lo más posible del trato con el público.

Hubiese perdido la compostura sino fuera porque Charlie se levantó prácticamente al mismo tiempo que yo y rodeó mi cintura con su brazo, atrayéndome hacia él.

-No les hagas caso. Quieren provocarte, no les des esa satisfacción. Susurró en mi oído, logrando calmarme al instante.

Cree una sonrisa falsa en mis labios y me despedí de la señora antes de volver a sentarme para luego agradecer a Charlie con una sonrisa, esta vez sincera.

-¿Cómo es que todo el ministerio te conoce y te saluda? Me preguntó el azabache extrañado.

-Saben quienes son mis padres biológicos, Harry... La relación entre mis padres... Todo. En los últimos años habíamos logrado que nos dejaran algo tranquilos al no saber nada. Pero desde que Sirius escapó, no paran de acercarse y saludarme siempre que tienen la más mínima ocasión. Respondí en un susurró.

-¿Y eso por qué?

Miré a mi alrededor con disimulo y luego a Charlie por unos segundos. El pelirrojo interpretó perfectamente lo que estaba pensando, dado que creó un hechizo silenciador que aislaba a cualquiera a parte de nosotros tres.

-¿No te das cuenta? ¿Por qué crees que te saludan, hermanito?

-Los del ministerio intentan ganarse vuestro favor y sacaros información. Explicó Charlie.

-Quieren saber si sé algo sobre el paradero de Sirius. Y están más que interesados en la fortuna de los Black. De la cual soy la principal y única heredera, aparte de Sirius, claro.

-Además, vuestras habilidades no pasan desapercibidas. Sois poderosos, les conviene teneros cerca, y sobretodo, vigilados. Finalizó el Weasley mientras se formaba una expresión pensativa en el rostro del chico de anteojos.

-Comprendo...

-Sé que ya sabes todo esto. Pero ten mucho cuidado de lo que hablas, con quien, cuando y donde lo hablas. No quiero que te pongas en peligro. Comenté con preocupación antes de que Charlie eliminara el hechizo.

-Tendré cuidado, lo prometo. Sonreí a mi hermano para luego dejar un beso en su cabeza al mismo tiempo que el ministro de magia llegaba a la tribuna.

Nos saludó a ambos con entusiasmo antes de alertarnos de la presencia de alguien más.

-¡Ah, ahí está Lucius! Señaló de pronto interrumpiendo lo que nos estaba contando.

Pequeña Lunática [Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora