UMBRIGE

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Desperté en mi habitación de Hogwarts debido a que mi escarbato estaba jugando con la miniatura del Hocicorto Sueco en mi mesilla. Causando que me quedara mirando las cuatro fotografías que había sobre ella.

Salí de mi trance y miré el reloj en mi muñeca. Aún era temprano, así decidí irme al baño a prepararme en lo que Alice, Angelina y Kate se iban despertando.

Una vez en el gran comedor, ayudé a la profesora McGonagall a entregar los horarios para después ir directa a desayunar un Americano y un bol de cereales.

Mientras tanto, Harry me contaba sobre su vergonzoso reencuentro con Cho:

-¡Fue tan patético! Deberías haberlo visto. Todo por la estúpida planta de Neville.

No pude evitar reírme al imaginarme aquella escena de los cuatro adolescentes cubiertos por aquel líquido viscoso.

También me habló sobre la disputa que había tenido con sus compañeros de habitación.

-Piensan que estoy loco. Más desde que dije que veía a esas criaturas que tiran ahora de los carruajes. Bufó dando vueltas a sus gachas de avena.

-¿Ves a los thedestals? Pregunté impresionada. -Hagrid siempre me decía que eran ellos los que tiraban de ellos. Supongo que es cierto.

-¡Claro que lo es! Exclamó Harry alterado.

-Cálmate, hermanito. No todos podemos verlos... Los thedestals son criaturas muy curiosas, he leído sobre ellas. Le respondí con calma justo cuando Hermione y Ron se sentaban en la mesa.

-Hablando de Gryffindors... Necesitamos un nuevo Golpeador. Y como capitana, he convocado las pruebas para el Viernes a las cinco. Comenté hacia el azabache. -Me gustaría que fuese todo el equipo para poder decidirlo entre varios. No será fácil sustituir a Oliver.

-De todos modos, no irá mal un poco de sangre nueva, ¿verdad? Opinó Ron momentos antes de la llegada del correo.

Un par de ejemplares del profeta llegaron a nuestra mesa para Hermione y para mí.

-¿Todavía recibís El Profeta? Nos pregunto Harry.

-Conviene saber lo que dice el enemigo. Respondimos al mismo tiempo, provocando que le guiñara un ojo a la castaña.

Ron se quejaba de su horario y me miró esperanzado. -Decidme que el surtido saltaclases ya está listo.

Fred y George vinieron en ese momento y se sentaron al lado mía y del chico de gafas: -¿He oído bien? ¡No es posible que los prefectos intenten saltarse clases!

-Es el peor Lunes que he visto en mi vida! Exclamó su hermano pequeño.

-Si quieres podemos ofrecerte un turrón sangranarices; te lo dejamos barato. Ofreció Fred.

-¿Por qué barato?

-Por qué te desangrarás hasta que no te quede una gota de sangre en el cuerpo. Contesté con simpleza ojeando el periódico.

-Aún no hemos conseguido el antídoto. Añadió George.

Durante el resto del desayuno, las fotocopias intentaron asustar al trío de amigos con los TIMOS. Presté atención a la conversación tras finalizar mi lectura:

-En fin, quinto curso es una pesadilla. Concluyó George. -Solo si te importan los resultados y no eres un prodigio como Star, naturalmente. Fred y yo no nos desanimamos.

-Sí, claro... ¿Qué sacasteis, tres TIMOS cada uno?

-Sí y gracias a los apuntes de Cassie. Dijo Fred con indiferencia. -Nuestros logros están fuera del logro académico.

Pequeña Lunática [Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora