LEGADO

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Desde el momento de la huida de Dumbledore, Umbrige pasó a ocupar el puesto de directora del colegio.

No tardó en llamarme a su despacho:

-Las cosas han cambiado, Lupin.

-Me he dado cuenta. Repuse.

-Siéntate. Me indicó. -¿Qué quieres de beber?

-No es necesario.

-Insisto.

-Un té es suficiente.

-Me gustaría hablar contigo sobre algunos asuntos. Pero, primero, prueba el té.

Llevé la taza a mis labios sin llegar a beber ni una sola gota. -Delicioso. Murmuré.

-Bien... ¿Dónde está Dumbledore?

-Ni idea. Dijo fingiendo beber de nuevo.

-Piensa bien en tus respuestas... Advirtió. -¿Dónde está Sirius Black?

-No lo sé.

-¿Fuiste tú la que estaba hablando con él en la chimenea de Gryffindor?

-No. Volví a negar - ¿Podría pasarme el azúcar?

-¿Dónde está su otro padre, el licántropo?

-Intentando buscar un trabajo honrado. No es que usted se lo haya puesto muy fácil, precisamente... Repuse. Realicé un encantamiento no verbal para hacer desaparecer el líquido de la taza.

-Por esta vez, confiaré en tu palabra, Lupin. Dijo molesta.

-Será mejor que me vaya, tengo mejores cosas que hacer. Comenté con una falsa sonrisa.

Al salir, fui directa con las fotocopias.

-Vamos acabar con ese sapo rosa de una vez por todas. Mencioné creando un par de sonrisas ladinas.

Ahí fue cuando empezó nuestra venganza contra Umbrige. La cual estaba llena de bromas que superaban nuestros propios límites:

Discos voladores con colmillos por las pasillos, tiramos una infinidad de bombas fétidas, nos libramos de algún que otro miembro de la brigada inquisitorial, dejé a Luke libre por el castillo, varias explosiones, incentivar a Peeves, explotar una caja llena de fuegos artificiales encantados...

Decidimos hacer una pequeña tregua durante las vacaciones de Pascua, inauguradas por los famosos huevos de chocolate y caramelo de Molly Weasley.

La primera semana del último trimestre, los alumnos de quinto y séptimo año debíamos tener una reunión con nuestro respectivo jefe de casa para hablar sobre nuestro futuro:

-Bien, señorita Lupin, si mal no recuerdo, hace dos años me comentó sus posibilidades de trabajo. Imagino que siguen siendo las mismas. Comentó una vez tomé asiento y me invitó a agarrar una galleta. 

-Así es, profesora

-¿Puedo saber de que se trata exactamente? Espetó la estúpida suma inquisidora, situada detrás de la profesora.

-La señorita Lupin planeaba entrar en la academia de aurores. Le respondió McGonagall molesta.

-Aunque también tengo presente la mazioozología o la diplomacia. Además de invertir en otros negocios. Añadí.

-Demasiada ambición para una hija de un híbrido y de un fugitivo, ¿no cree? Observó el sapo rosa.

-Nunca es demasiada ambición para una Lupin. Y mucho menos para una Black. Repuse con seriedad, manteniendo su desafiante mirada.

Pequeña Lunática [Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora