COMIENZO

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Desperté sobresaltada y con sudores fríos, otra pesadilla.

Siempre tuve pesadillas, pero desde este último año, desde que se me acercó aquel dementor, estas habían aumentado notoriamente.

Apoyé mi espalda en el cabecero de la cama para poder encender la lampara, que se encontraba situada en mi mesilla. Seguido miré al reloj, las cinco de la madrugada.

Tener insomnio es de lo más habitual en mi. Por lo que decidí levantarme, pasar por el baño para lavarme la cara y atar mi largo ondulado cabello color azabache en una coleta alta, evitando así que pudiera molestarme por el calor. Por último, decidí dirigirme a la cocina con cuidado de no despertar a mis padres.

Agarré una cuchara de postre de uno de los cajones y fui directa a la nevera, para sacar la  maravillosa tarta de chocolate que había hecho el día anterior. Digamos que cocinar siempre ha sido una de mis cualidades.

Al mismo tiempo que comenzaba a comer de la tarta, me quedé pensando en lo mucho que habían cambiado las cosas durante este año.

Todo comenzó con el escape de mi padre Sirius de Azkaban. Eso hizo que el ministerio se centrara de nuevo en mi y en mi padre Remus, quien entró como profesor de DCAO (renunció a finales de año debido a que el pelo grasiento de Snape reveló su pequeño problema peludo "por accidente" en mitad del desayuno), después de que nos dejarán tranquilos una vez encerraron a mi padre sin derecho a un simple juicio, donde pudo haberse descubierto su inocencia mucho antes.

Porque así es, a finales de año se supo la verdad. Mi padre nunca traicionó a los Potter. El verdadero traidor fue otro de sus amigos, la rata de Petter Pettigrew. Por desgracia, este escapó, y a día de hoy mi padre sigue siendo un fugitivo.

Lo verdaderamente importante es, que Harry al fin supo la verdad, al fin supo que nosotros eramos su familia.

También fue mi primer año como prefecta, lleno de bromas, de visitas nocturnas a HonnyDuckes junto a los gemelos y de estrés por los TIMOS, al ya cursar nuestro quinto año.

De repente, una voz me sacó de mis pensamientos, haciendo que dirigiera la mirada a la entrada de la cocina.

-¿Hoy tampoco podías dormir? Supuso mi padre Sirius, apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados. Estaba vestido unicamente con los pantalones de pijama, por lo que podía ver su pecho cubierto de diferentes tatuajes y su aún notoria delgadez.

Desde que salió de ese horrible lugar y volvió a casa hacía ya un par de semanas, su salud y su ánimo mejoró considerablemente. Pero en sus ojos se seguía viendo todo lo que esos años supusieron para él.

Le dediqué una sonrisa mientras negaba lentamente con la cabeza para luego sacar otra cuchara del cajón y ofrecérsela.

El levantarnos antes de que amaneciera y disfrutar de los postres que le había enseñado hacer el día anterior, ya se había convertido en una especie de tradición, la cual adoraba.

-Mañana irás con los Weasley ¿Cierto? Cuestionó, comenzado a comer la tarta.

-Mmm. Respondí, saboreando la tarta de chocolate.

Los Weasley siempre han sido amables conmigo desde el momento en el que les conocí en el expreso de Hogwarts. Los gemelos y yo nos volvimos mejores amigos, y siempre he tenido una buena relación con el resto de la familia, al igual que mis padres la tuvieron años atrás.

Me habían invitado las dos últimas semanas de vacaciones a la madriguera como era habitual, pero este año había una razón en concreto. El señor Weasley, quien trabaja en el ministerio, logró conseguir entradas para uno de los acontecimientos más importantes de los últimos cuatro años, el mundial de quidditch.

Pequeña Lunática [Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora