OCTUBRE

1K 97 9
                                    

Ya habían pasado otras dos semanas de curso, y mis visitas a la biblioteca ya formaban parte de mi rutina. Allí pasaba varias horas junto a Draco, como solíamos hacer los años anteriores:

-¿Cómo estás, hurón? Pregunté, acercándome por su espalda e intentado aguantar mi risa.

-No tiene gracia ¡Podría haberme matado! Deja de utilizar ya ese apodo.

-Quizás así te lo pienses dos veces antes de maldecir a alguien por la espalda. Dije volviendo a la seriedad, evitando que pudiera decir nada al respecto.

Varios alumnos de primer año se acercaban a preguntarme diferentes dudas. Las cuales intentaba resolver lo antes posible para así poder retomar mis propios estudios.

Tras la cena, volví directamente a mi sala común. Hoy tenía guardia de prefectos y quería terminar mi tarea de astronomía.

-"Tonterías". Le dije al cuadro de la señora Gorda para poder acceder al lugar.

Las fotocopias no tardaron en venir. Lo cierto es que llevaban unos cuantos días comportándose de forma extraña: Se sentaron en una esquina de la sala a murmurar entre ellos. Parecía que estaban escribiendo algo, ya que no paraban de tachar lo que ponían sobre el pergamino.

Supuse que se debería a algo relacionado con el torneo, por lo que decidí pasarlo por alto.

Subí a mi habitación una vez ya había acabado todas las tareas pendientes para dejar las cosas, encontrándome con Angelina.

-¿Dónde estabas? No te he visto en toda la tarde, ni siquiera en la cena. Le pregunté tumbándome en su cama, a la vez que la observaba ir de un lado para otro.

-En la biblioteca. Tenía que acabar el ensayo de pociones. Si me retrasaba un día más, Snape no hubiese dudado en ponerme un Troll.

-¿Has estado allí toda la tarde? No te he visto. Dije comiendo una varita de regaliz. Siempre llevaba unas cuantas conmigo.

-Solo durante la cena. Antes he ido a correr cerca del lago negro. Necesitaba despejarme. Y ya que no hay quidditch este año, tuve que recurrir a eso.

-Entiendo lo que dices. A la próxima no dudes en avisarme. Pedí mirando la hora en el reloj que teníamos en una de las paredes. Aún tenía unos minutos antes de la guardia. Siempre que llevaba un reloj conmigo, lo acababa perdiendo de alguna forma. 

-Eso si logro encontrarte. Estas tan ocupada que a veces no sé como sigues con vida. Comentó haciendo que me encogiera de hombros.

-Yo tampoco lo sé. Supongo que el azúcar y la cafeína son mis mejores aliados. Respondí en el momento en el que una lechuza con plumas de color gris oscuro entró por una de las ventanas abiertas.

Dejó una carta sobre mi regazo para luego retomar su vuelo. Era de mi padre Sirius. Al fin sabía algo de él.

-¿De quién es? Preguntó mi amiga.

-De mi padre. Respondí abriendo el sobre.

-Cuando le respondas, envíale un saludo de mi parte. Le prefiero mil veces antes que a Moody. Sus clases son tan... tétricas. Opinó distraída mientras reorganizaba su baúl.

-Y que lo digas... Murmuré antes de comenzar a leer la carta:

Mi pequeña lunática,

Siento no haber podido escribir antes. Ya estoy de camino al norte de nuevo. Harry me contó sobre el dolor de su cicatriz, creo que este podía estar relacionado con una serie de rumores que han llegado a mis oídos. Moony me ha contado que han sacado a Moody de su retiro, lo cual confirma aún más mis sospechas sobre que no soy el único que piensa que algo más está ocurriendo.

Pequeña Lunática [Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora