KING CROSS

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La lluvia volvía a ser protagonista en la noche de antes al 1 de Septiembre. En el momento en el que Percy llegó a la sala para contarnos el caos del ministerio, Ginny arreglaba uno de sus libros, Hermione leía su libro de hechizos, Fred y George cuchicheaban entre ellos (observando los nuevos planos de un invento que les acababa de entregar), Harry sacaba brillo a su escoba, Bill y Ron jugaban al ajedrez, Charlie zurcía un pasamontañas a prueba de fuego y yo leía a su lado un libro sobre medimagia, el cual me había enviado Pomfrey, mientras comía una tableta de chocolate junto al dragonologista.

El comentario de Bill me sacó de mi lectura. -Si papá no hubiera dicho nada, la vieja Rita habría escrito que era lamentable que nadie del Ministerio informara de nada. Repuso contra su hermano menor. -Rita Skeeter nunca deja bien a nadie. Recuerda que en una ocasión entrevistó a todos los rompedores de maldiciones de Gringotts, y a mi me llamó "Gilí de pelo largo".

-Bueno, la verdad es que está un poco largo, cielo. Dijo su madre. -Si me dejaras tan solo que...

-No, mamá.

-Bill tiene razón. Esa arpía solo busca una noticia con una buena trama, aunque esta no exista. Le encanta manipular toda información. Comenté molesta para luego comerme otra onza de chocolate negro con almendras. -Ya he perdido la cuenta de cuantos artículos ha escrito sobre mi padre desde que entró como profesor el año pasado...

Cuando Molly Weasley intentaba averiguar lo que sus hijos prácticamente idénticos andaban tramando, el reloj tan curioso de la familia Weasley marcó que su marido ya estaba por llegar a la casa.

El señor Weasley tenía un aspecto de total agotamiento por exceso de trabajo. Nos contó que Rita Skeeter no paraba de husmear por el ministerio en busca de un nuevo titular, desencadenando de alguna forma, una nueva pelea entre Hermione, quien defendía los derechos de los elfos, y Percy, quien defendía a su amado jefe.

Para finalizar la discusión, la señora Weasley nos mandó a todos a nuestras respectivas habitaciones para hacer el equipaje y asegurarnos de no olvidarnos de nada.

Revisé las cosas en voz alta, comprobando que no faltaba ninguna cosa. Aunque estaba segura de que mis padres ya me habrían enviado lo que faltara.

-Veamos... todos los libros están... túnicas listas... la ropa y los neceseres... equipamiento de quidditch... materiales de pociones y lo necesario para la enfermería... galeones para el curso... plumas y pergaminos... mi bolso y la jaula de Akira para el viaje... Chicas, ¿sabéis si me dejo algo?

-Creo que no. Opinó Ginny pensativa.

-La túnica de gala. Señaló Hermione.

-¿Qué?

-¿No has leído la lista? Piden una túnica de gala. Dijo entregándome la carta de Hogwarts.

Aquello me hizo recordar el paquete envuelto en un papel azulado que mi padre había dejado en mi cama el día que vino de visita tras los mundiales. No lo había abierto todavía.

-Debe de ser esto. Mencioné desenvolviendo el paquete.

Dentro se encontraba un precioso vestido color burdeos de cuello alto, pero con los hombros al descubierto, unas piedras alrededor del cuello, ajustado por la parte de la cintura y tan largo que llegaba hasta el suelo.

-Es perfecto. Murmuré a la vez que las chicas miraban el vestido igual de impresionadas.

-Estarás preciosa, Cassie... Para lo que sea que lo necesitemos. Comentó la castaña.

-Sí... yo tampoco entiendo muy bien todo esto ¿Tú ya tienes el tuyo? Dije guardando el vestido con cuidado en el baúl.

-Mis padres me lo enviarán nada más empezar el curso. No quería que se estropeara si lo traía hasta aquí.

Pequeña Lunática [Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora