DETRÁS DEL VELO

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Me preparé rápidamente durante el tiempo en el que los otros miembros pensaban en el plan de ataque.

-Estoy lista. Anuncié llamando su atención.

-Hija, deberías...

-No esperes que me quede aquí esperando cuando la vida de Harry está en peligro. Advertí seriamente. -Soy miembro de la Orden y tengo el mismo derecho a ir como todos vosotros. Creo que ya lo he demostrado.

No dijeron nada al respecto y pusimos marcha hacia el ministerio.

Nos aparecimos en mitad de una sala rodeada de gradas de piedra y un arco del mismo material en el centro.

Las estelas de luz blanca se entremezclaron con las negras, dando pie a una batalla.

Vi como uno de ellos sostenía a Harry del cuello para obtener la profecía. Le maldije al instante con magia no verbal, consiguiendo que liberara al azabache.

Un rayo de luz dio en mi espalda. De repente, sentí un agudo e intenso dolor que se expandía desde mi columna, hacia todos los nervios de mi cuerpo. Mis rodillas flaquearon y caí al suelo al mismo tiempo que seguía recibiendo varias haz de luz, incrementando así el dolor.

Una insoportable y desquiciante risa me hizo recobrar el sentido. Bajo ese dolor que me consumía, conseguí agarrar la varita con firmeza y atacar a la persona situada a mi espalda. El dolor al fin cesó y mis pulmones pudieron inhalar aire de nuevo.

Bellatrix Lestrage era a quien encontré delante mía. Dora se unió a mi lado en las gradas.

-¿No querías matarnos? Cuestionó mi prima con una sonrisa.

-Pues aquí nos tienes. Señalé lanzando el primer hechizo, empezando un laborioso duelo contra la asesina.

Tas varios minutos, Lestrange huyó y Dora y yo nos separamos. Me uní con el pellirrojo en la lucha con otro de los Mortífagos. Mi padre y Harry peleaban a tan solo unos metros de nosotros.

Charlie se fue a ayudar a Ojoloco. La profecía se había roto, por lo que me batí en duelo con Malfoy y mi padre con Bellatrix para intentar lograr una escapatoria para los adolescentes.

Dumbledore apareció y consiguió detener todas las batallas excepto una: La de mi padre con Bellatrix. Los movimientos de ambos eran precisos y rápidos al ser los dos expertos en duelo.

Vi como el animago esquivaba el haz de luz roja y se burlaba de su prima: -¡Vamos, tú sabes hacerlo mejor!

El segundo haz dio de lleno en su pecho. Seguía riendo, pero una expresión de sorpresa se leía en sus ojos.

El tiempo prácticamente se detuvo.
Su cuerpo cayó lentamente sobre el velo hasta desaparecer. No sin antes dedicarnos una última mirada.

Harry y yo corrimos todo lo rápido que nos permitieron nuestras piernas hacia la tarima, llamando a gritos a mi padre. Bellatrix reía triunfante, pero eso no significaba nada... él no podía...

Intenté llegar hasta el arco pero Charlie me atrapó por la espalda. Forzajeé con todas mis fuerzas, todo daba vueltas.

-¡Suéltame! Grité.

-Es demasiado tarde, Cass... No podeis hacer nada.

Toda la ansiedad y dolor en mi pecho salió de mi interior expresado en un grito desgarrador sin dejar de forcejear ni un segundo.

-No, no, no... Exclamé una y otra vez. Me derrumbé en el suelo adolorida, mareada y agotada. Mirando el lugar en él que hace tan solo unos instantes estaba mi padre Sirius riendo.

Pequeña Lunática [Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora