EL NÚMERO 12 DE GRIMMAULD PLACE

552 44 0
                                    

Los siguientes días nos dedicamos a empacar todo lo necesario, ya que debíamos mudarnos a Londres lo antes posible.

Una vez terminamos el equipaje, nos preparamos para visitar aquel desconocido lugar para mi, pero no para mi padre Sirius.

Viajamos en tren hasta Inglaterra y después usamos el autobús y el metro hasta llegar a Grimmauld Place. Conforme nos íbamos acercando, la expresión del perro negro iba oscureciéndose.

-Sé que esto no es fácil, Canuto. Pero debemos hacerlo por el bien de la Orden. Comentó mi padre Remus, agachándose para acariciar al animago con cariño. Este ladró en respuesta.

Al buscar con mi mirada el número 12, me di cuenta de que este no existía. Había un salto del número 11 al 13.

-Ahora debes decir la contraseña. Solo los herederos pueden acceder a través de esta. Me dijo mi padre Sirius a través de la legremancia. Tardó varios segundos en confesarme dicha contraseña. -Toujour Pur. Dijo dejando un rastro de odio detrás de cada palabra. Era el lema de los Black.

-Toujour Pur. Repetí en voz alta con algo de dificultad debido a las palabras en cuestión.

Una antigua y descuidada fachada apareció, empujando a los otros dos números. Los muggles que se encontraban en el resto de casas parecían no percatarse de absolutamente nada.

Canuto nos hizo una seña para que le siguiéramos por los desgastados escalones de piedra. La pintura negra de la puerta estaba igual de desgastada que la fachada y la aldaba tenía forma de serpiente plateada. Sin duda, esta era la casa de un sangre pura.

-Abre la puerta. Me dijo el animago. Hice lo que me pidió y la maltratada puerta se abrió, mostrando un lúgubre y oscuro vestíbulo que no tardó en llenarse de luz gracias a las antiguas lámparas de gas. Mostrando el desgastado papel pintado, la alfombra que llegaba hasta el final del vestíbulo y la lampara de cristal en lo alto del techo.

-Bienvenidos a la Noble y Ancestral casa de los Black. Anunció Sirius, quien ya se había transformado.

-Pensé que tardaríamos más en entrar. Comenté observando los retratos ennegrecidos de las paredes.

-La casa no muestra oposición para la heredera de los Black. Me respondió con simpleza. La lampara y el candelabro de una mesa cercana también tenían forma de serpiente.

Mi otro padre también miraba todo a su alrededor en silencio.

Oí como algo correteaba hacia nosotros, por lo que saqué mi varita con rapidez.

De pronto, un elfo doméstico apareció delante nuestra, impidiéndonos el paso.

-¡Quien osa entrar en la casa de mi ama! Grito el elfo totalmente fuera de sí.

-Muestra un poco de respeto ante tus amos, elfo chiflado. Le espetó mi padre.

-Tú... traidor... Él que trajo la desgracia a mi pobre ama durante tanto tiempo... Él que jamás será como el amo Regulus... Él si era un Black de verdad y no un traidor de sangre que osa relacionarse con sangre sucias e híbridos...

-Tantos años aquí dentro y ha perdido la poca cordura que le quedaba. Nos señaló con molestia. -Sé que nunca seré tan perfecto como mi querido hermano, Kreacher... Es por eso que te he traído a su hija.

El elfo me miró en un total silencio. -Es igual al amo Regulus. La heredera de los Black. Kreacher vive para servir a la Noble y Ancestral casa de los Black. Habló haciendo una reverencia hacia mí.

-Genial... ¿Qué tal si vemos el resto de la casa? Pregunté para intentar alejarme del curioso elfo.

-No es que sea mucho mejor que esto... Murmuró mi padre, guiándonos hasta el final del vestíbulo, donde dimos con el inicio de las escaleras y varias placas de las cuales colgaban cabezas de elfo.

Pequeña Lunática [Charlie Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora