Mano

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Saltas a la cubierta, apenas recordando blandir tu espada por el pánico que nubla tu mente. Tus rodillas casi ceden ante la fuerza de la caída y avanzas a tropezones, moviéndote por puro instinto guiándote a través del caos.

Afortunadamente para ti, estabas en el mástil de mesana antes de que el pandemonio estallara, por lo que estás relativamente cerca de la enfermería. Tus pies toman el control de sus propios movimientos y te empujan hacia la puerta de madera, tus dedos luchan contra la manija y abres la puerta de par en par y el sonido apenas se registra en tus oídos.

Un alivio inexplicable te inunda cuando ves a tu maestro ahí, guardando apresuradamente un juego de afiladas cuchillas en su cinturón. Inmediatamente se voltea ante el ruido, con sus dedos a punto de desenfundar un cuchillo de su costado, pero cuando se da cuenta de que sólo eres tú, su rostro se suaviza con alivio y rápidamente cruza la habitación en tres zancadas para envolverte entre sus brazos.

Por un momento todo a tu alrededor se detiene, desvaneciéndose en ruido de fondo en algún rincón de tu mente como si estuvieras en medio del ojo de un huracán. No hay intercambio de palabras entre ustedes dos, simplemente ahogas un sollozo y entierras tu nariz en el hombro de tu maestro, el aroma de las flores silvestres y la miel aún persiste en su piel, sus brazos te sostienen con fuerza, como launa montaña haciéndolo honor a su nombre.

Pero tu maestro te aleja demasiado pronto y la gravedad de la situación en la que se encuentran te golpea como una fuerte ola, inundando tu interior. Suprimes el pánico y sin decir palabra alguna aceptas la pistola que tu maestro te entrega, tus dedos sostienen el arma con tanta fuerza que sientes como si tus nudillos estuvieran a punto de estallar.

—Vamos.

No tienes tiempo de pensar en lo desalentadora que es la situación actual, antes de que tu maestro te empuje hacia la puerta llevándote hacia la cubierta. A todo tu alrededor reina el caos, la tripulación restante hace todo lo posible para izar las velas y abrirse camino antes de que el Cuervo Negro venga por todos ustedes.

San te lleva detrás de él, escaleras arriba hacia el alcázar. Allí se encuentra tu capitán, cuidando de Yeosang con su sable desenvainado mientras el navegante trabaja rápidamente para preparar un tubo largo lleno de lo que sabes es pólvora. Es la segunda baliza de emergencia que forma parte del sistema de llamado que tu capitán desarrolló hace años para situaciones como esta, para avisar a cada miembro de la tripulación que la vea de que regrese al barco inmediatamente, independientemente de las circunstancias.

Y honestamente esta no es una circunstancia por la que te gustaría que la tripulación regresara a casa.

Hay gritos debajo de ti mientras la tripulación en la cubierta principal trabaja con todas sus fuerzas para izar las velas, pero es imposiblemente lento, demasiado lento, no hay forma de que puedan de huir del Cuervo Negro. Una sensación de hundimiento te aprieta con fuerza en tus entrañas al darte cuenta de esto, porque, ¿Cómo es posible que zarpen cuando el resto de la tripulación sigue en tierra? ¿Qué harán cuando regresen, respondiendo a la bengala de emergencia, corriendo directo a las garras de los oficiales de la Royal Navy?

Tragas duro al pensar en tus amigos en la horca... En Wooyoung colgando de la soga, inmóvil y sin vida, para no volver a ver esos ojos verdes iridiscentes nunca más...

No.

No puedes permitir que eso suceda.

En el momento en que levantas la mirada de nuevo, preparándote para la inevitable batalla que se avecina, encuentras la oscura silueta del Cuervo Negro a sólo unos metros de distancia, puedes ver la cubierta del barco llena de oficiales armados, y a uno de ellos levar un mosquete apuntando directo hacia Yeosang...

Pirate King (pirate!au) ➵ ATEEZ (Traducción al Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora