Repentino

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Yunho vacila.

La pausa es apenas la fracción de un segundo, pero es suficiente para que Gunho note el momento de debilidad en sus ojos. Con una sonrisa, acerca más el cuchillo al cuello del capitán, el frío acero se clava en la suave piel dejando un camino carmesí fluyendo de ahí. Sientes el pánico crecer desde el fondo de tu estómago que casi quieres arrancar tu mano de la cubierta, sin importarte lo que te pueda pasar, pero Yunho actúa primero que tú.

En un abrir y cerrar de ojos, toma el mosquete de su cinturón, lo levanta y dispara directamente a su hermano menor.

Ni siquiera te das cuenta que permaneces boquiabierta en estado de shock cuando Gunho grita de dolor, alejando su mano del capitán y alcanzas a ver un horrible agujero que atraviesa su muñeca, dejando su mano completamente inutilizable mientras la sangre salpica sobre la cubierta en una lluvia escarlata. Hongjoong aprovecha la oportunidad liberándose de las garras de Gunho, tirándose hacia un lado, respirando pesadamente el aire salado.

Sin perder ni un segundo, Yunho se abalanza hacia adelante, blandiendo el sable de su costado en un solo y decisivo movimiento.

Y sin piedad alguna, derriba a su hermano.

Desde el suelo, ves cada emoción cruzar el rostro de Gunho, primero de sorpresa, como el tono rosado de la luz del sol que se asoma por el horizonte, después ferocidad, ardiendo como una llamarada al punto más alto del medio día, antes de morir y convertirse en algo más tranquilo, resignado, un poco... triste, como la luz que desaparece detrás de las olas, mientras la lucha en esos ojos marrones tan malditamente familiares parpadea como una llama moribunda.

Aceptación.

Gunho cae al suelo, rodando una, dos veces, hasta finalmente quedar inerte. La sangre brota del corte que atraviesa desde su hombro izquierdo hasta la cadera izquierda, un corte largo y limpio que derrama el rojo por toda su ropa, acumulándose alrededor del cuerpo, filtrándose entre las grietas de la madera, por todas partes.

Rojo, rojo, rojo por todas partes.

—Puedes herirme todo lo que quieras. —Yunho susurra, con los ojos completamente abiertos, pecho agitado mientras observa el cadáver de su hermano menor. —Pero no toques a mi tripulación.

Como si toda su fuerza hubiera sido arrebatada, cae de rodillas como una marioneta a la que le han cortado los hilos, jadeando junto al cuerpo inmóvil de Gunho. Se contrae, doblándose sobre sí mismo mientras trata de no temblar, sus dedos se aferran inútilmente a la tela de la túnica de su hermano y la sangre empapa sus manos.

Hongjoong tropieza ligeramente sobre sus pies, acercándose hacia su compañero. Sus manos acarician inútilmente la espalda de Yunho antes de dejarlas caer a sus costados, porque no tiene ni idea de cómo consolar a su amigo... duda de que en realidad haya alguna forma de consolar a alguien que acaba de perder tanto.

Por un momento no hay nada más que silencio, que incluso los vientos parecen guardar silencio sólo para él, los suaves sollozos de Yunho resuenan en el vacío del aire. Pero de repente se escucha un gemido de dolor, una que te hace sobresaltarte... y los ojos de Jeong Gunho se abren completamente.

Hongjoong inmediatamente desenvaina su sable, listo para pelear, pero Gunho sólo tose débilmente, su mano intenta alcanzar algo con ojos nublados. —Com... comandante... Kang... —La sangre brota de sus labios, gotea de su nariz, de sus ojos, sus oídos—. ¿Yo... ya gané?

¿Qué?

—El dolor... se detuvo —Gunho muestra una sonrisa enorme y sangrienta, a absolutamente nada—. ¿Ahora puedo... finalmente puedo... ver a mi hermano?

Yunho se ahoga con un sollozo, pero Gunho parece no escucharlo. De hecho, Gunho parece no escuchar nada, todavía buscando algo en el vacío, hasta que parece encontrar algo... algo precioso. —Hermano... ¿lo ves ahora? Soy... lo suficientemente fuerto... así que.... ya no tienes... que protegerme....

—Gunho-... —Yunho comienza a gritar, pero Gunho simplemente sonríe, adormilado, ido, luciendo tan joven como hace tantos años atrás.

—Es cálido... ¿así se siente el cielo, hermano?

Entonces la mano que había extendido con tanta desesperación cae, por última vez y sólo queda silencio.

—¡Gunho! —Yunho grita, aferrándose al cuerpo de su hermano, sacudiéndolo desesperadamente, pero Gunho no reacciona, sus ojos marrones quedan vacíos y fijos en la luna que brilla en el cielo. Yunho grita, llora y maldice, pero Gunho sigue sin responder.

Está muerto.

Lo hueles primero, como el olor del veneno retorciendo tus sentidos. Pica en tu nariz y quema todo el camino hasta tus pulmones, y sin siquiera pensarlo, gritas. —¡Aléjate de él!

Hongjoong reacciona instantáneamente, arrastrando a Yuinho por la cintura, aunque el maestro de batalla patee y forcejee contra su capitán, luchando por alcanzar a su hermano otra vez. Pero entonces su cuerpo se contrae extrañamente, como si estuviera convulsionando, antes de finalmente derrumbarse nuevamente.

Esta vez, en lugar de sangre, un líquido oscuro y sucio brota de cada orificio, y frente a sus ojos, Gunho muere una vez más, los sollozos de Yunho repitiendo 'no, no, no' hacen eco débilmente en tus oídos. Deseas con todas tus fuerzas poder consolarlo, pero tu mente en este momento, está consumida por otra cosa.

Conoces este sentimiento. Te asusta demasiado, principalmente porque sabes lo que es, o lo que alguna vez fue... algo de la naturaleza tomado y convertido en algo tan vil, tan malévolo que sientes la necesidad de huir de él lo más rápido que puedas.

El veneno es familiar porque... es exactamente el mismo veneno usado en Yunho. El mismo veneno que debilitó tanto a Yunho, dejándolo en un estado de delirio, el veneno que huele, sin duda alguna, a algo mágico.

¿Qué estaba haciendo en Gunho?

Yunho rompe en llanto detrás de ti, pero no sientes nada, nada más que vacío. Sientes que has descubierto un secreto que hubieras preferido que permaneciera oculto, porque este es el momento crítico de tu caída por el precipicio.

Incluso cuando los gritos de alegría resuenan en la cubierta principal cuando la tripulación logra hacer retroceder a los oficiales, incluso cuando Yeosang se acerca para consolar a un Yunho destrozado, simplemente miras tu mano derecha clavada en el suelo, con ojos vacíos y silenciosos.

Y justo frente a ti, tu piel se agrieta como arcilla rota.

San se arrodilla a tu lado, sin verte a los ojos incluso cuando comienza a trabajar en tu mano. La culpa crece dentro de ti, pero antes de que puedas decir algo, tu maestro habla primero, en un tono tan monótono que te asustas. Un miedo tan real se extiende por todo tu cuerpo, pero esta vez no se trata de tu mano.

Él lo sabe.

—Tenemos mucho de qué hablar.

Pirate King (pirate!au) ➵ ATEEZ (Traducción al Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora