Pirate King (pirate!au) ➵ ATEEZ (Traducción al Español)

Secreto

Te sientas en silencio en la enfermería, quieta e incómoda mientras San se mueve por todas partes sin decir palabra alguna. Escuchas el ajetreo de cuando está preparando algo, por el olor sabes que probablemente es algún tipo de mezcla de hierbas para prevenir infecciones, pero eso no es lo más importante en este momento. Incluso más importante que tu mano. Incluso más importante que el dolor.

Muerdes el interior de tu mejilla con nerviosismo. Las pisadas de San resuenan con fuerza en la habitación, el volumen de sus movimientos sólo aumenta con cada segundo que pasa, claramente puedes ver tensión acumulada sobre sus hombros. Te intimada, pero al menos debes intentar hacer que todo esté bien.

Es lo mínimo que puedes hacer.

—¿Maestro? —Dices, vacilante. San no responde al principio, ya sea que no pueda escucharte o simplemente te está ignorando, no lo sabes, pero tragas el nudo en tu garganta y repites, esta más más fuerte—. ¿Maestro?

San se congela, sus manos merodean sobre la mesa de trabajo. Repentinamente sin dirección, sin rumbo, sin propósito. —¿Qué? —Su voz es baja, cortante, temblorosa y cuando finalmente voltea a verte, sus ojos gritan '¿qué' aún más fuerte, y te sorprendes al ver lágrimas aferradas ferozmente a sus pestañas, negándose a caer.

La vista es tan dolorosa como un latigazo

—Maestro... —Empiezas a decir, desesperada por arreglar esto de alguna forma, pero San no te está mirando, sus uñas se entierran en la madera de la mesa con tanta fuerza que sus dedos se vuelven blancos. Está enojado, no, furioso contigo, eso es demasiado obvio.

¿Cómo se supone que vas a hacer que todo vuelva a estar bien?

Sólo observas en silencio a San respirar profundamente tres veces para recuperar la compostura, su expresión furiosa se desvanece sólo para ser remplazada por una máscara neutral sin emociones. No sabes cuál prefieres, la tensión entre ambos se hace tan espesa como el humo. Continúa triturando los pétalos de caléndula con más fuerza de la necesaria, el sonido del pilón chocando contra el mortero resuena en tus oídos como un eco siniestro

El potente olor de la pasta de caléndula llena tu nariz, pero su aroma tan familiar no se siente para nada reconfortante, en cambio cierras los ojos y esperas a que el dolor de tu mano -y el de tu corazón- desaparezca.

—¿Por qué no dijiste nada?

—¿Qué.. —Dices, confundida por un segundo, antes de entender de lo que está hablando. Tenías tus razones, claro, pero decirlas en voz alta de pronto parece algo demasiado abrumador para ti. Buscas las palabras correctas, pero nada te viene a la mente.

—Dije. —Repite, esta vez con los dientes apretados, y la furia hace temblar su voz—. ¿Por qué no dijiste nada sobre el sangrado?

Presionas los labios por un momento, guardando silencio. Intentar encontrar una manera de expresar tu razonamiento con palabras en este momento parece imposible, e inclinas la cabeza mientras San tampoco dice ninguna palabra, la tensión entre los dos sólo crece más.

San finalmente termina de preparar la cataplasma con sus labios formando una línea firme, sus ojos nunca se encuentran con los tuyos mientras se acerca con una venda en su mano. Inclinándose frente a ti, todavía evitando tu mirada incluso cuando toma tu mano con toda la delicadeza del mundo, como si no pudiera traducir su ira en una forma física

Tu corazón se aprieta dolorosamente en tu pecho.

Pasa un dedo por la piel alrededor de la herida, manteniendo su expresión tensa, y de pronto una lluvia de polvo cae al suelo. Como si fueran copos de nieve

¿Qué es eso?

—¿Qué es eso? —San repite en voz alta tus pensamientos, la curiosidad chocando contra algún intento de seguir molesto. Frunces el ceño, confundida, te agachas entrecerrando los ojos para mejor ver las pequeñas figuras. Pero entonces San grita horrorizado, mirando la mano que sostiene entre la suya.