El Médico

500 54 4
                                    

Estás sentada en una pequeña bahía.

Tus piernas se balancean en la saliente rocosa del acantilado en el que estás, flotando en el agua. Bajo de ti, el agua brilla como esmeraldas líquidas. Brillantes y coloridos peces nadan rápidamente de aquí a allá rodeando tus pies haciéndote reír.

Saltas hacia abajo zambulléndote en el agua, la profundidad te llega hasta la cintura. Comienzas a nadar más y más hacia adelante hasta llegar a la boca de la bahía, donde el agua te llega hasta el mentón.

Cierras los ojos, respiras profundo y te sumerges.

Algo suave y agradable comienza a rozar tus brazos, haciéndote reír bajo el agua y burbujas de aire escapan de tu boca, pero eso no te preocupa en lo absoluto. Los suaves brazos te acarician gentilmente, como si fueras un precioso tesoro. Abres los ojos.

Algo te devuelve la mirada, es brillante y rojo como la sangre. Es enorme, casi el doble de tu tamaño, irradiando alguna clase extraña de luz en el medio de la oscura masa. Entonces te das cuenta.

Es un ojo, viéndote fijamente.

Despiertas agitada con sudor frío recorriendo tu espalda, e inmediatamente te arrepientes al sentir como si tu cabeza se fuera a partir por la mitad por el punzante dolor. Jadeas, cerrando los ojos con fuerza mientras sostienes tu cabeza con las manos, esperando que el dolor disminuya.

Algo aprieta ligeramente tu hombro. No, no es la soga. ¿Tela? Empiezas a entrar en pánico cuando te das cuenta que ya no estás atada al mástil.

¿Están intentando matarte ahora?

—Ah, despertaste.

Abres los ojos con sorpresa e inmediatamente te alejas de la voz, arrinconándote contra la pared a un lado de ti. Por instinto tus piernas se doblan contra tu cuerpo y dejas salir un grito de dolor al golpear tu tobillo contra la madera.

—No te muevas, idiota.

Volteas a ver al hombre que está hablándote. Es alto y esbelto, vestido con una simple túnica algunas tallas más grande, con pantaloncillos hasta la rodilla. Unas cadenas de plata adornan su cuello, con unos símbolos extraños que no logras reconocer, su cabello es de un suave color verde grisáceo. Todo en él te confunde, se ve dulce y reservado, no se ve para nada como un pirata.

Hasta que miras la pequeña daga atada a su cintura.

Te pegas más contra la pared, alejando la mirada de él. Si te va a matar, será mejor si no lo veas venir. Mejor te concentras en el suave balanceo de las olas del mar.

—Mi nombre es Choi San, pero puedes llamarme sólo San. —El hombre comienza a presentarse, sentándose en una silla al lado contrario donde estás tú. Te das cuenta de que estás en una cama, él continúa hablando—. Soy el médico a bordo del Treasure, así que me encargué de tratar tus heridas. Es admirable cómo lograste aguantar sin decir nada con una terrible torcedura de tobillo, una herida infectada y una fuerte fiebre, todo al mismo tiempo. —Hay algo en su voz indicando que le falta algo por decir.

Tragas nerviosamente.

—Especialmente para una mujer.

Te congelas, todos tus movimientos se detienen en ese segundo. Tus manos inconscientemente se mueven hacia tu pecho, sólo para descubrirlo suelto bajo las capaz de tela.

Oh mierda.

Definitivamente ahora serás comida de tiburón.

—Aún no le he dicho a Hongjoong, si es lo que te estás preguntando.

Rápidamente volteas a verlo completamente sorprendida. Su expresión no ha cambiado ni un poco, aún mantiene esa expresión neutral e ilegible y no sabes si está bromeando o está hablando enserio. No tiene razón para no reportar su descubrimiento al capitán. Así que ¿por qué?

Pirate King (pirate!au) ➵ ATEEZ (Traducción al Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora