La puerta de la enfermería rechina cuando entras.
Yeosang es el único en la habitación, acostado en uno de los catres. El resto de tripulantes lesionados se ha retirado para dar algo de espacio al navegante y reducir el riesgo de infección. Eso debe explicar por qué no hay nadie más aquí, pero es mejor para ti.
Acercas una pequeña silla y te sientas junto a Yeosang, preparándote mentalmente para lo que estás a punto de hacer. La enfermería está a oscuras por lo que no puedes el rostro de Yeosang con mucha claridad, pero tomas su mano y la aprietas suavemente.
No responde.
Exhalas, sosteniendo firme su mano mientras lo observas por un momento. Es muy silencioso, demasiado tranquilo que puedes contar cada una de las pestañas que rozan sus mejillas, viendo la forma en que su pecho sube y baja mientras toma débiles respiraciones. Su piel es blanca como la cera, pálida y sin color, acercas tu otra mano para trazar cada parte de su cara.
Su piel se siente anormalmente fría bajo la punta de tus dedos.
Por varios minutos permaneces sentada ahí, observándolo. Es un silencioso e íntimo momento, tus dedos entrelazados con los suyos, respiras cuando él lo hace esperando a que pase. Sólo cuando sus corazones empiezan a latir al mismo tiempo finalmente te disculpas.
—Lo siento, Yeosang-hyung.
Recuerdas cuando se conocieron por primera vez, cuando te enseñó cómo dirigirte a las personas a bordo, cuando te tranquilizó antes de tu primera batalla. Un hombre con una inteligencia inmensa, de gran conocimiento y sabiduría. Una persona de infinita bondad, compasión e inocencia. Tu compañero. Tu familia.
Te inclinas y recuestas tu cabeza junto a la suya, tu mano sobre la de él. Por alguna razón ya sabes lo que va a pasar, puedes sentirlo en tus venas, por la forma en que su respiración empieza a debilitarse, cómo cada latido es más lento que el anterior.
No serás capaz de salvarlo en esta etapa con sólo ofrecer un poco de tu energía. Con verter toda tu energía hacia su cuerpo, en tu estado emocional actual, sólo vas a estropear su cuerpo aún más. Tienes que esperar, esperar a que su cuerpo esté completamente drenado de su propia energía, que su cuerpo quede inmóvil antes de que puedas regresarle lo que él te dio; el regalo de la vida.
Sientes que pasa una eternidad.
Yeosang se está acercando a la muerte.
Te inunda una extraña sensación de calma, como si estuvieras en una playa con la suave marea tocando tus pies. Observas en silencio cómo la vida de Yeosang se desvanece poco a poco, como la arena en un reloj de arena, desapareciendo con cada segundo que pasa. Casi es la hora.
—Gracias. —Le susurras, mirando sus ojos cerrados mientras el sonido de tus latidos parece mezclarse con los suyos. Algo en ti se extiende, como una mano buscando algo en la oscuridad, fluyendo a través de tus dedos unidos con los de Yeosang, entrando por su brazo hasta su cuerpo. Buscando en él una calidez intangible que sólo puedes describir como pura, sujetándola con todas tus fuerzas —. Muchas gracias por salvar a un ser desdichado como yo.
Algo en la conciencia interna de Yeosang cambia, algo en él empieza a luchar por despertar, como si pudiera sentir lo que estás intentando hacer. Por supuesto que puede. Ahora ambos están conectados casi tan íntimamente como dos almas pueden estarlo. Sus cuerpos están en contacto físicamente, inhalas cuando él exhala y sus corazones laten en sincronía.
Sólo te queda una última cosa por hacer.
—¡No!
Puedes sentirlo forcejear contra tu agarre en su alma, incluso si no se mueve físicamente en lo más mínimo. La parte más primordial, su subconsciente, sus recuerdos, su carácter, su moral, todo en uno solo, esa parte de él que hace a este hombre el maravilloso y único Kang Yeosang. Está luchando contra ti, porque sabe lo que quieres hacer.
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Pirate King (pirate!au) ➵ ATEEZ (Traducción al Español)
Fiksi PenggemarDespertar nunca fue tan interesante. Escapaste de la horca, corriste a través de un campo de batalla y te ocultaste en un barco pirata llamado Treasure, todo en un solo día. Incluso mejor, perdiste tus recuerdos y no tienes idea de quien eres. Conoc...