Reflejo

146 22 3
                                    

No has salido de la enfermería en todo el día.

—¡Aaaahhhh! —Gritas contra tu almohada por milésima vez en el día, escondiendo la cara en el suave cojín y enredando los dedos en las sábanas.

Se escucha una risa desde algún lugar de la habitación y unos pasos ligeros acercándose. El colchón de tu cama se hunde ligeramente por el peso adicional antes de sentir una mano sobre tu cabeza, suave y reconfortante.

—¿Qué está pasando contigo? —La suave voz de San está llena de diversión y te asomas por debajo de las sábanas para ver a tu maestro sentado con las piernas cruzadas en tu cama, con una sonrisa burlona en su rostro—. Has estado encerrada aquí todo el día. ¿No crees que sería mejor ir a explorar el pueblo antes de que abandonemos Tortuga? ¿Algo salió mal cuando quisiste darle el regalo a Hongjoong?

Instantáneamente, tu boca forma un puchero y entierras la cara en la almohada otra vez, con un pequeño grito ahogado. Tus mejillas arden, la imagen de Hongjoong mirándote con tanta ternura en sus ojos resurge después de que tu maestro lo mencionara y eso sólo hace que la confusión en tu mente crezca.

—Por favor cállate, maestro. —Dices contra la almohada, negándote a levantar la mirada. San ríe disimuladamente, pero un segundo después jadea dramáticamente.

—Espera, ¿no le diste esa chaqueta hecha a mano? ¿Acaso la rechazó? Le daré una paliza a ese pequeño bastardo ingrato, ¿cómo se atreve...

—¡No, no, maestro! —Lo tomas del brazo antes de que salga de la enfermería—. No la rechazó, sí se la di y él la aceptó. Es sólo que... —Dudas por un momento, las palabras ruedan en la punta de tu boca—. Es sólo que, bueno, el capitán... él...

San te mira fijamente, sin parpadear. —¿Él...?

Escondes la cara entre tus manos. Por alguna razón, las puntas de tus orejas se sienten como si estuvieran en llamas. Intentas hablar, pero las palabras salen de ti revueltas y confusas, un intento casi tan malo como Mingi queriendo cocinar.

—Palabras. —San te alienta. —Ya sabes, con consonantes y vocales. Usar la boca podría ser de mucha ayuda.

Haces un sonido ininteligible y lanzas la almohada en su dirección, dándole justo en la cara, pero la desventaja es que perdiste el único escudo que tenías entre los dos.

San sonríe. —¿Entonces?

—Bueno, —Haces una pausa, intentando encontrar palabras más elocuentes entre tus opciones y no encuentras ninguna—. Se... se me confesó.

¡Buen trabajo Chin Hae! Tu yo interior te anima, llena de orgullo. ¡Esa fue una oración completa!

Tu maestro se congela por un momento, quitándose la almohada de la cara. La expresión divertida de antes se transforma en una de preocupación cuando te mira. —Oh. Oh.

Te quedas atónita un momento, mirando a tu maestro. —Hubiera esperado que estuvieras un poco más sorprendido. ¿Quieres decir que ya sabías sobre esto?

La expresión de San se suaviza, con una mirada adolorida, antes de acercarse y picarte la punta de la nariz. —Te sorprendería saber lo despistada que puedes llegar a ser a veces, Chin Hae. Eso no es bueno para ti, ¿sabes?

Frunces los labios mientras tomas los hilos sueltos de tu manta. —¿Qué se supone que deba hacer, maestro? Wooyoung también, a los dos... los rechacé a los dos, pero aun así... duele...

Un suave suspiro escapa de tu maestro, que permanece en el aire, en silencio antes de hablar. —Sólo tú puedes decidir eso, Chin Hae. —Cuando lo miras, pone una mano sobre tu cabeza con una sonrisa dolorosamente amable—. Te prometí hacer todo lo posible por ayudarte a encontrar una cura, pero tampoco daré falsas esperanzas a ninguno de nosotros, hay muchas posibilidades de que mueras. Ya que esto te concierne a ti y a ellos dos, debes tomar esa decisión misma.

Pirate King (pirate!au) ➵ ATEEZ (Traducción al Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora