25 los primeros rayos de sol

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Lexa

Los rayos de sol filtrándose a través de las cortinas impactaron directamente mi rostro adormilado, provocando que me moviera quejándome suavemente mientras las cálidas sábanas me envolvían con delicadeza.

Los rayos de sol filtrándose a través de las cortinas impactaron directamente mi rostro adormilado, provocando que me moviera quejándome suavemente mientras las cálidas sábanas me envolvían con delicadeza

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 Al abrir los ojos, lo que se presentó ante mí erizó mi piel y los recuerdos de la noche anterior se arremolinaron en mi cabeza.

Clarke yacía a mi lado, dormida profundamente. Sus piernas, cubiertas por una fina tela, dejaban al descubierto sus pies y una parte de su abdomen.

 Sus piernas, cubiertas por una fina tela, dejaban al descubierto sus pies y una parte de su abdomen

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 Por fin había sucedido, por fin la tenía entre mis brazos. Todo lo que habíamos deseado desde que nos conocimos se había hecho realidad en esa noche mágica. Nos entregamos mutuamente, sin excusas ni reservas. Abrí mi corazón y mis piernas, sintiéndome vulnerable pero confiada plenamente en el amor que compartíamos.

Mis manos, juguetonas e impregnadas de ternura, comenzaron a acariciar el suave abdomen de Clarke. Ella se encogió ligeramente, aún perdida en los brazos de Morfeo. Temía despertarla o romper el encanto de ese momento único. Lentamente, acaricié su mejilla con delicadeza, sintiendo la suavidad de su piel bajo mis dedos. Continúe deslizando mis manos por su nariz, su mentón, su cuello y sus mechones dorados. No dejé ni una sola parte de su rostro sin rozar, completamente fascinada por la profundidad de su alma.

Comenzó a abrir sus ojos despacio, con pereza, sus párpados cansados no querían dejar entrar la luz del nuevo día. Se restregó contra las sábanas emitiendo sonidos adorables, como un cachorro que se estira. Su sonrisa comenzó a formarse, y en ese momento, me pareció mucho más hermosa que en cualquier otro día, porque esa sonrisa era para mí, para nosotras. Mis dedos, inundados de ternura, se posaron en sus mejillas, acariciándolas con un amor profundo. Su sonrisa se amplió aún más, exponiendo su alma sin ninguna vergüenza.

Lexa- Buenos días... - dije, mirándola hipnotizada.

Clarke- ...buenos días - sus ojos se encontraron con los míos.

Comenzamos a acomodarnos. Estábamos pegadas, yo me había posicionado cuidadosamente encima de ella, absorbiendo su dulce aroma. Empecé a darle pequeños besos por su rostro mientras ella reía dulcemente.

El mar sigue cantando cuando pierde una olaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora