27 Un juego perverso

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RAVEN.

El sol brillaba en el cielo, acariciando mi piel mientras susurraba suavemente el nombre del mar. Sentía una urgencia irresistible de sumergirme en sus aguas cristalinas y dejarme llevar por la calma y la serenidad que ofrecía.

Pero el rugido constante de mi estómago dejaba en claro que no podía ignorar mis necesidades más básicas. No estaba sola en esta lucha interna, las cuatro estábamos igual de hambrientas y nuestras tripas nos recordaban que debíamos alimentarnos.

Tras dedicar horas a ventilar cada rincón de la casa y dejarla impoluta de arriba a abajo, llegó el momento propicio para saciar nuestra hambre creciente. Con una mezcla de alivio y anticipación, abrí la nevera y extraje los tupper que había preparado previamente para las cuatro.

Con cuidado, coloqué los recipientes sobre la encimera, revelando un festín prometedor. El aroma de la pasta y las jugosas albóndigas llenó el aire, estimulando aún más mi apetito ansioso. Sabía que esta comida rápida y sabrosa nos proporcionaría el impulso energético necesario para continuar con nuestras aventuras acuáticas.

Lentamente, sentí cómo alguien se acercaba sigilosamente por detrás, rodeando mi cintura con sus brazos fuertes y depositando un suave beso en mi hombro. Al dar la vuelta, mis ojos se encontraron con esos cautivadores ojos verdes que parecían torturarme a cada segundo.

Octavia- ¿Qué haces aquí tan sola?- preguntó Octavia, mientras acariciaba suavemente mi vientre.

Raven- Alguien tiene que alimentarnos- respondí riendo mientras cogía uno de los platos recién salidos del microondas.

Octavia- Vaya que considerada... Parece que eres una ama de casa perfecta-, bromeó, su voz llena de complicidad.

Raven- La verdad es que sí, soy muy completa. Puedo cuidar la casa, planchar la ropa, cocinar, montar un mueble...- respondí mientras continuaba colocando la comida. -Y también puedo hacer otras cosas-, agregué con una sonrisa juguetona, dejando un aire de misterio en el ambiente.

Las manos curiosas de Octavia recorrieron mis costados, enviando calambres de placer a través de todo mi cuerpo. Con suavidad, su boca rozó mi hombro mientras me susurraba en un tono juguetón.

Octavia-¿Ah sí? ¿Y puedes decirme qué tipo de cosas?- preguntó mordiendo suavemente mi hombro.

Raven- Bueno... creo que eres demasiado inocente para saberlo-, respondí, sonriendo de lado y disfrutando de la creciente tensión entre nosotras.

Octavia- Puede ser... pero puedes decírmelo-, mencionó ella, arañando ligeramente mis costados, lo cual hizo que cerrara los ojos y me mordiera los labios, sintiendo cómo todo mi cuerpo se estremecía de anticipación.

Ella sabía exactamente cómo volverme loca, cómo despertar mi lado salvaje y disfrutaba de cada segundo de ello. Sabía que me encantaba descubrir su faceta inocente desvaneciéndose poco a poco.

Sin voltearme, mientras cortaba un poco de pan para acompañar la salsa, comencé a contarle, con voz seductora, otras habilidades que poseía.

Raven- Entonces quieres saber qué otras cosas sé hacer... Bueno, también soy muy hábil en manualidades, tengo una destreza especial con mis manos-, le dije, mi voz cargada de deseo.

Octavia- ¿En serio? Pues la verdad es que no lo había notado-, respondió, siguiéndome el juego con una sonrisa.

Raven- ah no?- pregunte con picardia, mientras ella negaba con a cabeza.

El mar sigue cantando cuando pierde una olaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora