39 una sombra de lo que fue.

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RAVEN.

Después de que Lexa me sorprendiera in fraganti, con las manos en la masa, me sentí abrumada por la vergüenza en mi despacho. Aunque entre nosotras era algo común, ya que conocíamos nuestros cuerpos al detalle, nunca antes me había descubierto en medio de un encuentro tan íntimo con otra persona en el lugar de trabajo. Los nervios se apoderaron de mí, aunque su última frase me daba cierta esperanza de que todo estuviera bien entre nosotras.

El problema era que tenía una cita ineludible en su despacho, pues había terminado todas mis tareas pendientes. Me levanté con cierta reticencia y me dirigí hacia allí. En el camino, mi mirada se posó en la puerta donde Lincoln aún se encontraba. No había salido a saludar, lo cual me generó cierta inquietud. Aunque estaba resuelta a hablar con él más tarde, un presentimiento sombrío me invadió, augurándome que no sería una conversación fácil.

Al llegar al despacho de Lexa, llamé a la puerta dos veces y entré. Ella levantó la mirada y me recibió con una sonrisa que, casi de manera involuntaria, provocó una risa nerviosa en mí, aunque me frustraba porque eso solo aumentaba mi vergüenza.

Raven —Ves, Lexa, llamé a tu puerta antes de entrar... —señalé hacia la puerta con un gesto tembloroso.

Lexa —Sí, pero yo no aprovecho para satisfacer mis necesidades personales en horas de trabajo —respondió, alzando una ceja con malicia.

Raven —¿Ah, no? Permíteme recordarte todas las cosas que hemos hecho en esta misma mesa, señorita. Así que, cierra la boca—repliqué, rememorando nuestros encuentros pasados cargados de intensidad.

Lexa —Es cierto, pero no todas fueron por mi culpa... —dijo, desafiándome con una mirada penetrante, consciente de que generalmente era yo quien iniciaba nuestros encuentros.

Raven —No tengo la culpa de tener una libido tan elevada... —me senté en la silla frente a ella, desafiante, dispuesta a entrar en su juego.

Lexa—Podrías haber sido interrumpida por Jasper... Imagina su expresión... —rió a carcajadas.

Nos reímos juntas, incapaces de contener la hilaridad de la situación.

Raven —Pobrecito, seguramente no habría sabido dónde meterse. Aunque, si hubiera entrado el, habría disimulado mejor —continuamos riendo.

Lexa—Entonces, ¿quieres decir que conmigo no disimulas? Eres una auténtica pervertida —me miró con asombro, riendo una vez más.

Raven —Hoy todo el mundo me llama pervertida... —recordé las palabras de Octavia por la mañana— ¿por qué debería ocultar mi verdadera naturaleza contigo? Hasta hace poco, tú y yo..—sonreí con atrevimiento, dejándole claro que siempre fui yo quien inició nuestros encuentros.

Lexa-La verdad es que no tiene sentido que disimulemos la una a la otra, pero bueno la proxima vez prometo llamar a la puerta.-dijo mientras soltaba una risa suave y contagiosa.

Recordé lo que ella había dicho antes de salir de mi despacho y no pude evitar preguntarle, curiosa: -Oye... ¿es verdad que te excitó verme?-

Ella me miró durante un instante, dudando, antes de responder con determinación: -A ver, no soy de piedra. Estoy con Clarke y tú y yo no vamos a hacer nada. Pero, tú me excitas de una manera irracional, y eso siempre ha sido así. Sin embargo, somos adultas y deberíamos saber gestionar todo esto-, afirmó, dejando claro que aunque la atracción seguía presente, había límites que respetar.

Raven -¿Sabes? Es muy extraño-, expresé con cierta melancolía en mi voz. -Porque quiero estar con Octavia, eso es obvio... pero pensar que nunca más tú y yo vamos a tener sexo, es como si no lo asimilase. Llevamos tanto tiempo, que se me hace demasiado extraño. Imagino que es solo una cuestión de costumbre y que llegará el día en que lo veamos como algo normal-.

El mar sigue cantando cuando pierde una olaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora