Lexa
Habíamos avanzado en un silencio opresivo, recorriendo la misma ruta que tomamos al venir. Sin embargo, esta vez nos vimos obligadas a desviarnos por la playa, un camino más largo pero aparentemente más seguro. A pesar de la espectacularidad del atardecer tiñiendo el cielo de tonos naranjas, la belleza del paisaje era una fachada para la creciente inquietud que se cernía sobre nosotras.
Clarke, preocupada, me había preguntado varias veces si todo estaba bien. Aunque le afirmé que sí, mi mente estaba anclada en la imagen de la mujer de la farmacia. La rapidez con la que le arrebaté la vida, el sonido penetrante del cuchillo desgarrando su piel y el crujido sordo de su cráneo resonaban como una siniestra sinfonía constante en mi cabeza. Había eliminado a dos personas, una de ellas la figura más importante en mi vida. ¿era una asesina? No lo sabía, pero no me arrepentida de haber protegido a clarke.
La demora en nuestro retorno sabia que incrementaba la ansiedad de Raven, y mi deseo de abrazarla y calmarla se veía eclipsado por la urgencia de llegar a casa. Sentía un orgullo desbordante por la valentía de Clarke, ya que los medicamentos que traíamos seguramente serían vitales en circunstancias que podían presentarse en cualquier momento.
Finalmente, divisamos la casa. Intercambiamos miradas fatigadas y sonrisas forzadas, pero al llegar al porche, mi alivio se desvaneció. Mis piernas, al liberarse de la tensión, se enfocaron de inmediato en la puerta principal. Un enorme arañazo la cruzaba de lado a lado, como la cicatriz de algún monstruo invisible. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, mientras mi corazón latía con intensidad.
Lexa -Clarke, ponte detrás de mí-, susurré, desenfundando la navaja con determinación.
Clarke, con la mirada fija en la puerta, preguntó con voz temblorosa: -Lex, ¿qué está pasando?-.
Negué con la cabeza, mis ojos fijos en el arañazo. -No lo sé, pero tengo un mal presentimiento.
Con manos temblorosas, ingresé el código de seguridad. La puerta se abrió lentamente, revelando la oscuridad silenciosa que había dentro. Clarke apretó mi mano con fuerza mientras avanzábamos con cautela hacia el salón. Dejamos las mochilas en la mesa, sumergiéndonos en un silencio que resonaba con una tensión pesada.
Giré mi cabeza con rapidez, pero las sombras que se alargaban en la penumbra no revelaban rastro alguno de ellas. ¡joder!, ¿dónde demonios se habían metido?
Clarke -Lex, ¿quieres que las busque por la casa?- preguntó Clarke, su voz temblando con ansiedad.
Negué con vehemencia. -No, no. Tú no te separes de mí. Quiero que estés a mi lado en todo momento, Clarke-, dije con una intensidad que reflejaba la creciente intranquilidad.
Caminamos hacia la cocina, y mi atención se clavó en un vaso sobre la encimera. Era uno de esos que Raven usaba para sus infusiones, pero estaba lejos de ser un gesto habitual. Mis sospechas de que algo iba terriblemente mal tomaron forma. Raven, la personificación del orden, jamás dejaba sus cosas esparcidas de manera descuidada. Me acerqué, y noté que el vaso contenía ese líquido ambarino característico. Al tocarlo, la taza estaba fría.
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El mar sigue cantando cuando pierde una ola
FanfictionEn las idílicas costas paradisíacas, Lexa disfrutaba de una vida perfecta con su familia. Sin embargo, el ataque de un tiburón cambia su existencia para siempre, llevándose la vida de su padre. Lexa se debate entre el dolor y la esperanza, encontra...