Aquella noche me encontraba en mi estudio, preparándome para la larga jornada de trabajo que se avecinaba. A pesar de que era sábado y mucha gente estaría disfrutando de la noche, yo tenía la responsabilidad de satisfacer las necesidades de mis clientes, quienes necesitaban un tatuaje en ese momento y yo estaba dispuesta a hacerlo.
Mientras me preparaba, recordé aquellos momentos en los que conocí a Raven, la mujer que cambió mi vida por completo. Fue gracias a ella que pude perfeccionar mi español, ya que con sus clases particulares logré dominar el idioma hasta un nivel avanzado. Sin embargo, estas clases siempre terminaban de manera inesperada, con un apasionado encuentro sexual que hacía que mi corazón latiera a mil por hora.
Han pasado dos años desde aquel entonces, y ahora tengo 24 años y un perfecto español gracias a ella. A pesar de que nuestra relación fue más allá de lo profesional, siempre recordaré lo agradecida que estoy por todo lo que me enseñó.
En ese momento, me di cuenta de que ya había llegado la hora de abrir el estudio. Me dirigí hacia la puerta y la abrí. La noche estaba oscura y las luces de neón de los bares cercanos iluminaban la calle. No tardaron en aparecer mis primeros clientes, todos ansiosos por plasmar en su piel el diseño que habían elegido, esa noche me acompañaban, Raven, Jasper y Lincoln.
Me sentía emocionada por la noche que se avecinaba. Cada uno de mis compañeros tenía su propia especialidad: Jasper era experto en el arte old school, Lincoln en el arte japonés y Raven, bueno, Raven sabía hacer de todo, pero su especialidad era la modificación corporal y los tatuajes realistas. Yo, por mi parte, me sentía cómoda en cualquier estilo de tatuaje o piercing que se necesitara.
Había una energía en el aire, era el día de San Juan y sabíamos que esta noche estaríamos recibiendo a un gran número de visitantes. Los extranjeros sucumbían al encanto de la cultura brasileña y querían llevarse un pedacito de ella consigo. Estábamos listos para hacer realidad sus deseos. Poco a poco, el estudio comenzó a llenarse de gente. La música estaba alta, las luces de neón parpadeaban en el fondo, y todos estábamos trabajando incansablemente para dejar satisfechos a nuestros clientes. El ambiente era alegre, estábamos disfrutando del frenesí de la noche.
Pero, de repente, apareció alguien inesperado. Un chico asiático con una bandana en la cabeza, que sostenía en su mano un peluche llamado Chifles. Quería tatuarse el nombre de su amigo de peluche y no parecía importarle mucho lo extraño que parecía. Lincoln, que estaba disponible en ese momento, reaccionó con incredulidad ante lo que estaba viendo.
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El mar sigue cantando cuando pierde una ola
FanfictionEn las idílicas costas paradisíacas, Lexa disfrutaba de una vida perfecta con su familia. Sin embargo, el ataque de un tiburón cambia su existencia para siempre, llevándose la vida de su padre. Lexa se debate entre el dolor y la esperanza, encontra...