32 la figura retorcida.

97 10 0
                                    


Clarke

Me sentí agotada después de que Lexa hiciera que tuviese ese gran orgasmo, Jamás en mi vida alguien me había tocado de esa manera, con tanta pasión y maestría. Experimentar sus caricias me hacía gemir y estremecer como nunca antes. Comparado con Nylah, que aunque me brindaba placer, era aburrido en su totalidad, estar con Lexa era completamente diferente. Solo con mirarla, ya me excitaba a niveles sobrehumanos.

Esa noche en particular, estaba sobreexcitada debido al alcohol. Si normalmente no podía controlarme con Lexa, estando en ese estado era aún peor. Necesitaba hacerle saber cuánto la deseaba y lo mucho que disfrutaba de estar con ella.

Caí rendida en la cama, habiendo experimentado uno de los mayores orgasmos de toda mi existencia. Su lengua era una delicia, ¿cómo era posible que alguien pudiera moverla de esa manera, tan rápida e incansable?

Ahora, descansada, me tocaba a mí volverla loca. Ella se había levantado de la cama para refrescarse en el baño. La noche estaba demasiado calurosa y tener su cabeza entre mis piernas no la había ayudado en absoluto.

Cuando Lexa volvió del baño, mi mirada se posó en ella con una intensidad arrebatadora. No llevaba nada más que sus braguitas, sus pechos estaban al aire, reclamando toda mi atención. Su cabello estaba mojado, las gotas de agua resbalaban por su cuello. Mis pupilas se dilataron completamente y me relamí los labios solo de imaginar tenerla entre mis brazos.

Estaba desnuda, recostada en la cama, sin rastro de vergüenza alguna. Observé cómo caminaba hacia la ventana, admirando su espalda, que aún llevaba las marcas de mis uñas. Era una espalda definida, con una piel morena por el sol.

Sonreí como una idiota y ella dirigió su mirada hacia mí, devolviendo la sonrisa. No intenté disimularlo, mis ojos la recorrieron lujuriosamente mientras me mordía el labio inferior. Ella arqueó una ceja y ladeó la cabeza.

Lexa - Se te van los ojos... - dijo, sonriendo.

Clarke - Cómo no se me van a ir... ese culo me vuelve loca... - respondí, mordiendo nuevamente mi labio.

Lexa- ¿Este culo? - preguntó, poniéndolo en pompa y dándose un pequeño azote mientras lo movía con sensualidad.

En otro momento, ese gesto me habría hecho reír, pero con el alcohol en mi cuerpo, me encontraba ardiente al máximo.

Clarke- No hagas eso-, le advertí divertida, mientras sus ojos coquetos me desafiaban.

Lexa- ¿Por qué?- preguntó, riendo con sensualidad.

Clarke- Porque me pones mal-, respondí con intensidad, sintiendo cómo la electricidad entre nosotras aumentaba.

Sus caderas, acariciadas por sus suaves manos, me desestabilizaban por completo. El deseo ardía dentro de mí mientras la observaba provocativamente moverse por la habitación. La voz de mi razón se ahogaba ante la irresistible atracción que ella ejercía sobre mí.

Clarke- Lexa... ven a la cama-, dije, saboreándome los labios, incapaz de ocultar mi deseo desnudo.

Lexa- No-, respondió, desafiándome con su mirada juguetona.

Clarke- Lexa... te quiero en la cama... ahora-, exigí, mi voz reflejando mi necesidad apremiante.

Lexa- Ven a por mí- susurró mientras se escabullía por la habitación, su risa llenando el aire.

Clarke- No me hagas perseguirte-, dije con una sonrisa traviesa, mientras dejaba atrás la comodidad de la cama.

Ella sonrió y salió corriendo hacia el baño. Sin pensarlo dos veces, la seguí presa del deseo enloquecedor. Cuando llegué, me encontré con una puerta de cristal que separaba nuestros cuerpos, pero que permitía vislumbrar su figura opaca.

El mar sigue cantando cuando pierde una olaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora