42 Esa maldita ventana.

70 6 0
                                    


Raven

Al llegar al estudio, lo primero que noté fue el ambiente inusualmente tranquilo. Las calles estaban desiertas, al igual que el local. Sentí una incomodidad creciente, pero intenté no darle demasiada importancia. Al abrir la puerta, me encontré con Jasper en recepción, con su característica sonrisa que iluminaba su rostro. Abrazó a Octavia con cariño, demostrando lo bien que se llevaban. Miré a mi alrededor y noté que Lincoln no estaba presente. Me sentí aliviada por un momento, ya que no sabía si estaba lista para enfrentarme a él de nuevo, especialmente con Octavia ahí. Aunque en realidad, fue idea mía que estuviera presente.

Raven- ¿Qué pasa, chavalín?- le dije a Jasper, dándole un ligero golpe en el brazo.

Él se quejó y agarró su brazo, -¿Chavalín? Raven, casi tengo la misma edad que tú-, respondió riendo.

Reí con él y comenté, -Para mí, siempre serás mi chavalín-, mientras le daba otro golpe un poco más fuerte.

Octavia intervino, devolviéndome el golpe, -Oye, no le molestes...-

Raven- aunch, eso me dolió...- dije con una sonrisa, fingiendo estar herida.

Ella se cruzó de brazos, mientras Jasper reía y me decía, -Te lo mereces...-

Jasper- Menos mal que alguien está de mi lado", dijo Jasper, burlándose.

Me acerqué al oído de Octavia y susurré, -Me las vas a pagar...- Pude sentir cómo su garganta se tragaba los nervios mientras sus ojos se clavaban intensamente en los míos. Reí, sabiendo que había logrado la reacción que buscaba de ella.

Mis manos temblaban mientras nos acercábamos a la puerta del despacho de Lincoln. Sentía el nudo en mi estómago crecer cada vez más a medida que avanzábamos. Miré a Octavia, intentando transmitirle calma y apoyo, y le di un beso suave en la mejilla para tranquilizar sus nervios. Agarré el pomo de la puerta y lo giré lentamente, abriéndola con cuidado. La habitación estaba impregnada de una tenue luz, creando una atmósfera misteriosa y serena.

Mis ojos se posaron instintivamente en Lincoln, quien estaba de pie junto a la ventana, su figura se recortaba contra la luz suave que invadía la habitación. Podía ver cómo su piel parecía más pálida de lo normal, resaltando en contraste con el brillo tenue que lo rodeaba. Parecía un espectro en la quietud de ese espacio, perdido en sus pensamientos mientras observaba el mundo exterior.

Octavia se quedó inmóvil en la puerta, parecía petrificada por la presencia de Lincoln. Me percaté de que también había notado su apariencia pálida y estaba asustada por su reacción. Sin embargo, a pesar de la incertidumbre que se apoderaba de mí, sentía una necesidad incontenible de hablar con él, de explicarle nuestra situación. Necesitaba que comprendiera.

Tragué saliva, ignorando el temblor en mis piernas, y llamé a Lincoln con voz baja pero firme -Linc?-.

El silencio prevaleció después de mi llamado a Lincoln. Observé cómo Octavia me susurró en voz baja que nos fuéramos, pero sentía que necesitaba esto, necesitaba hablar con él.

Raven- Lincoln... oye-, dije elevando un poco más el tono de mi voz. Finalmente logré captar su mirada. Sus ojos me preocuparon de inmediato.

Cuando mis ojos se cruzaron con los de Lincoln, una sensación de inquietud se apoderó de mí. Me quedé fascinada y horrorizado por lo que vi. Sus ojos eran una ventana hacia un mundo oscuro y perturbador. La esclerótica, normalmente blanca y limpia, estaba ahora invadida por un mar de venas rojizas que serpenteadas por toda su superficie. Parecía que las venas estuvieran a punto de estallar, como si la intensidad de su sangre amenazara con romper la delicada apariencia de sus ojos.

El mar sigue cantando cuando pierde una olaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora