𝚂𝚎𝚜𝚎𝚗𝚝𝚊 𝚢 𝚜𝚒𝚎𝚝𝚎

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Narra Adaliah

Estaba en casa en la noche, nada fuera de lo común, llegue de la escuela hice mis actividades, estudié cuando se hizo más de noche prepare algo de comer, me bañe y me coloque una de las pijamadas que tanto le encanta a Charlie

Estaba en casa en la noche, nada fuera de lo común, llegue de la escuela hice mis actividades, estudié cuando se hizo más de noche prepare algo de comer, me bañe y me coloque una de las pijamadas que tanto le encanta a Charlie

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Todo estaba muy normal, menos una cosa, eran las 9 de la noche y Charlie aún no llegaba y me estaba preocupando.

Estaba viendo por la ventana esperando a que apareciera, cuando escuché un POP en el cuarto, me giré y estaba Charlie con una cara de cansancio.

Apenas lo vi, me acerqué a él y lo abracé con mucha fuerza.

—Me tenias muy preocupada.—Le dije al oído mientras el me sujetaba de la cintura.

—Lo se, debí avisarte cómo lo prometimos.—Me vio a los ojos y suspiro.—Ya con el final del semestre, ver lo de las últimas notas, el ingreso de estudiantes nuevos, se habló también de la guerra. Me estresaron un montón.

Dijo, y le creí más que nunca, su cara lo demostraba, su cuerpo lo demostraba, incluso su cabello rojo estaba más apagado de lo usual.

Pase mis manos con cuidado pro su pecho hasta su espalda, en donde descubrí que estaba muy tensa.

—Tienes la espalda muy tensa.—Le dije.

—Lo se, me duele tanto.

Se me ocurrió una idea brillante.

—Quítate la camisa y acuéstate boca abajo en la cama.

El aunque esté muy cansado, no puede quitar su lado pervertido y coqueto.

—Cariño si me vas a quitar el cansancio con sexo, creo que esta vez no funcionará me dormiría.

Yo sonríe y comencé a quitarle la camisa dejándolo con el torso descubierto u bese su pectoral.

—Yo nunca dije que tendríamos sexo.—Le sonríe.—Vamos acuéstate en la cama boca abajo y espérame un momento. Ponte cómodo.

—Bien.—El asintió y besó mi mejilla.—¿puedo quitarme el pantalón?

—Si quieres.

Vi como el solo quedó en ropa interior y se acosto como le dije en la cama, me acerqué a donde tengo un tarro de crema que me colocó en las piernas y los brazos, me acerqué a la cama con la crema y me senté sobre el trasero de mi esposo.

—¿Que me está haciendo señora Weasley?—preguntó con la cabeza enterrada en las almohadas.

Me coloqué crema en las manos y comencé a pasársela por su espalda, sintiendo lo tenso que estaba.

—Solo...trato de relajar a mi esposo.—Me acerqué a su oído.—señor Weasley, relájese.

El no dijo nada y yo comencé a darle masajes con cuidado, el solo jadeaba contra las almohadas.
Pase mis manos por su espalda alta, media y baja, por su nuca y sus hombros.

—Si sigues así me quedare dormido.—dijo con la voz un poco amortiguada por las almohadas

—¿te estás relajando?

—Mucho.—giro levemente la cabeza.—¿Que me estás untando?

—Crema suavizante con olor a lavanda.

—Es la misma que Deja tus piernas suave?—me pregunto.

—Sip, la misma.—pase mis manos nuevamente por su espalda.—Ya no estás tenso, que cambio.

—Si, gracias mi amor.— el se giro, quedando acostado en la cama y viéndome a los ojos, sus manos pasaron a mis piernas y las acarició.—Creo que ahora es mi turno.

Yo no entendí, así que el nos dio la vuelta, el quedando sobre mi.

—Creí que estabas muy cansado para tener sexo.

—Yo no dije que tendríamos sexo.

El tomó el tarro de crema, se untó en las manos y tomando mi pierna comenzó a esparcirla.

—Por fin se que es lo que deja tus piernas tan suave.—dijo mientras me apretaba los muslos.—Te la echare todos los días y debes decirme donde la compro para que siempre tengas.

Yo solo reí

Una Slyterin muy diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora