𝚂𝚎𝚜𝚎𝚗𝚝𝚊 𝚢 𝚞𝚗𝚘

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Narra Charlie.

Era sábado y como siempre me desperté tarde, pero mientras me despertaba me di cuenta que no estaba solo, alguien estaba a mi lado. Hace mucho que no despierto con alguien.

Abro mis ojos y lo primero que veo es el techo, miro el piso y estaba lleno de ropa y no cualquier ropa, trajes de novio.
Mi vista se fue a la chica en mis brazos y sonreír pegando el cuerpo desnudo de mi esposa al mío, mi mano que estaba en su espalda alta, la metí entre las cobijas y coloqué mi mano en el trasero tan redondos de mi esposa, dándole un leve apretón. Con solo ese acto recordé como su trasero quedó rojo ayer de como la agarraba y la nalgueba, quizás hoy le duela cuando se sienta.
Bese los cabellos despeinados de mi esposa y me acurruqué a su lado, vi mi mano y tenía un anillo de matrimonio, un anillo que nunca pensé que usaría.

—¿por que vez tu anillo?—fue una voz muy adormilada, yo baje la vista a mi hermosa esposa que tenía una sonrisa pero aún con los ojos cerrados.

—Buenos días esposa.—me giré haciendo que ella también lo hiciera, logrando que quedáramos frente a frente, ella abrió sus ojos con pesadez.—Lo veo, porque nunca pensé que me casaría.

—¿Te arrepiente?—me pregunto con una sonrisa, sabiendo la respuesta.

—Nunca podría.

Sin importar nada, la atraje de su trasero hacia mi, donde la bese. Ella gimió sorprendida pero se pegó a mis labios, siguiendo el beso, yo estaba muy feliz con mi esposa besándola y sintiendo como mi amigo le daba los buenos días a mi mujer.

—Alguien está motivado.—Me dijo sobre los labios y jadeando cuando nos separamos.

Su mano bajo lentamente por mi pecho y tomó mi miembro, yo gemí y vi como ella beso mi lóbulo de la oreja, beso mi cuello y pasó su lengua por mi pecho, yo gemía mientras movía mi cadera simulando el acto sexual.

—¿Sabes mis puntos débiles?—le dije entre gruñidos.

—Si...me preguntó si mi esposo conoce los míos.—me dijo muy coqueta,

Yo nos voltee y sujete sus dos manos encima de la cabeza, nos quite las mantas y ya solo éramos cuerpos desnudos, uno pegados al otro.

—Aquí es uno.—le dije besando su cuello y dejando una marca, ella gemía.

Me separé y baje a su senos.

—Aquí.—le bese y chupe los pezones, ella arqueó la espalda ofreciéndomelos.

—Acá.—bese su ombligo.

—Y mi lugar favorito...aquí.—dije y abrí más sus piernas para colocar mi mano en su entrepierna.

Ella tenía y empezamos muy bien este día de casados.

***

Narra Adaliah.

Tenía la camisa blanca de la boda de Charlie y mis bragas, la camisa era un poco traslúcida así que se veía mucho mi cuerpo y me la puse mal a rochada a propósito, solo para provocarlor.

Charlie y yo íbamos a la cocina besándonos, nos manteníamos chocando con las paredes y solo reíamos mientras gemíamos, mis manos estaban en su abdomen tan marcado y las manos de el estaban en mi trasero.

Cuando lleguemos a la cocina, el me sujeto el trasero y me dejó en la mesa del comedor y abrió mis piernas, yo sonreí.

—Creí que íbamos a hacer algo de comer.

—Eso es lo que hago, busco mi comida.—el me quitó las bragas y se arrodilló quedando en el medio de mis piernas.

—Habló de comida de verdad, para ambos.

—Déjame traigo un poco de chocolate y ya es mi comida de verdad.—me dijo el viéndome a los ojos, su cabello estaba tan despejando, sus ojos con lujuria adentro.

—Así serán estas dos semanas que tienes libre?—le pregunté acariciando su cabello, mientras el aspiraba mi aroma.

—Créeme, en lo posible no saldremos de esta casa.—el me empujo levemente y me recostó en la mesa.—Ahora solo quiero oír tus gemidos.

Y si que los escucho, su nombre salió de mi boca en más de una ocasión, y nunca pensé que el sexo en la cocina se sintiera tan bien.

Miércoles.

Narra Charlie.

Llevábamos ya unos días de casados, a Adaliah se le antojó un café de la cacería de la otra vez. Yo no iba a tomar ese café, pero si invitaría a mi mujer.

—Me das un americano grande por favor,—pidió ella a la cajera.

—Claro ¿a que nombre?—pregunto.

—Adaliah Ed...—Ella no dejó e decir su nombre y me vio.—Adaliah Weasley.—dijo y me sonrió.

Mis ojos brillaron con lo que dijo, ya comenzó a usar su nuevo apellido, yo sonríe como un tonto.

—¿Algo más señorita Weasley?—pregunto.

—Así está bien. ¿Cuánto te pago?

—5 Sickle.

Adaliah iba a pagar yo no la dejé hacerlo.

2 semanas después.

Eran las 6 de la mañana, y es el primer día que Charlie debe volver al trabajo desde que nos casamos. Yo también estaba despierta (con pijama) haciéndole el desayuno, mientras el hace su almuerzo.

—No tenías que levantarte.—me dijo mi esposo besándome la mejilla y abrazándome por la cintura, mientras le servía el desayuno.—Me encanta esa pijama.

 —Por eso me la pongo para ti

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—Por eso me la pongo para ti.—le dije mientras servía el desayuno, con el en el plato me giré y coloqué mis manos en su pecho.—Quiero hacerlo, quiero levantarme temprano y ver como te vas a tu trabajo.

—Bien, pero cuando estes muy cansada no lo hagas. A mi me gusta verte dormida con esa pijama.—me dijo besando mi lóbulo.

—¿Solo esta?—lo vi coqueta.—¿Creí que te gustaban todas las que compré para usarlas contigo?

—Cualquiera de esas pijama me gustan.

***

Narra Charlie.

Hoy me tocaba en el refugio de dragones, y mientras caminaba a mi lugar de trabajo me di cuenta de todo lo que extraño a mi esposa, tuve dos semanas de sexo intenso en cualquier lugar de mi casa, salidas románticas al parque y ahora que estoy trabajando y no tengo a mi esposa, siento que me falta algo. Me falta mi otra mitad.
Ya no soy Charlie Weasley y ella ya no es Adaliah Edwards, ahora somos Charlie y Adaliah Weasley.

—Pero aquí está nuestro amigo el casado.—me dijo Robert un compañero de trabajo.—¿Donde está la señora Weasley?

—En casa durmiendo, como cualquier persona lo haría a las 7 de la mañana.

Ambos nos reímos y me hizo contarle, desde la boda y algunas cosas de la luna de miel.

Una Slyterin muy diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora