𝚂𝚎𝚜𝚎𝚗𝚝𝚊 𝚢 𝚜𝚎𝚒𝚜

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Narra Adaliah.

Salí del laboraría, debía irme a casa rápido a estudiar, tenía que terminar la tarea u estudiar para un examen que tenía. Pero debía decirle a Charlie que me iría a casa, últimamente ambos siempre nos comunicamos donde vamos a estar o cosas así, ya que el peligro en el mundo mágico se esta intensificando, ya es peligroso salir hasta a la esquina, una guerra muy grande se aproxima. Así que ambos queríamos saber donde vamos a estar, por si atacan algún lugar saber donde ir a buscar.

Yo sabía en donde se encontraba dando clase, conozco su horario así como el conoce el mío.

Camine al salón, la puerta estaba abierta como siempre, me asome levemente mostrando mi cabeza.

—Permiso.—dije.—Char, ¿puedes venir un momento?—le pedí.

—Claro.—dijo sin dudar.—No tardo jóvenes.

El salió y creo que escuché algunos silbidos, no era para nadie raro que la esposa del maestro era una alumna. El salió y tomándome de la mano nos alejo un poco. Sabía que todos estarían en clase, mire levemente a los lados, a ver todo vacío me empine y lo bese. Casi nunca lo hacemos en la escuela, es poco profesional de Charlie.

—¿Que sucede mi vida?—me pregunto cuando nos separamos.

—Me voy a casa, debo terminar tarea y estudiar, estaré ahí todo el día.—le informe.

—¿Tienes mucho que hacer?—me pregunto.

—Debo estudiar para el examen, terminar tu tarea y otras dos que tengo. Así que me quedare en casa.

—Sabes que te puedo dar tiempo para la mía—me recordó.

Yo asentí.

—Lo se, pero no sacaré provecho de que soy tu esposa.—Le bese la mejilla.—Me voy para que me rinda.

—Claro, llevaré la cena.—me dijo sonriente.

—Te espero en casa.—le di un pico.—Te amo.

—Y yo a ti.

Así desaparecí en las sombras.

***

Narra Charlie.

Tenía la comida en mis manos cuando llegue a casa, cerré la puerta y coloqué los encantamientos protectores.

—Cariño ya llegue.

Nadie me contesto así que me asuste, saqué mi varita y dejando la comida de lado comencé a inspeccionar la casa, mire la sala, cocina, baños y nuestro cuarto, por último dejé el estudio.

Sonreí con lo que vi.

Ella estaba en el escritorio dormida, con los cuadernos regados. Sonríe y guarde mi varita, apague las luces y me acerqué a ella para cargarla, lo hice con un poco de dificultad por la forma en cómo estaba acomodada, pero pude cargarla como la princesa que es. Bueno es una reina, mi reina de los fantasmas.

Ella se removió en mis brazos y abrió los ojos con cuidado.

—Buenos días mi amor.

—¿Que hora es?—Me pregunto acomodándose en mi cuerpo.

—Son las 7.—Le bese la cabeza mientras comencé a llevarla al cuarto.—¿Estás muy cansada?

—Si, solo me dio mucho sueño mientras estudiaba, creo que me recosté y me dormí.—Explicó mientras la dejaba en la cama y me senté a su lado.

—Tienes una cara tan cansada.—Le acaricie la mejilla.—Iré por la comida para que duermas.

—Está bien, gracia cariño

Yo la bese con ganas para ir por la comida, ella está muy cansada. Hoy no tendremos sexo, ella está muy cansada para eso, pero no quita que se vea hermosa así adormilada y cansada.

Una Slyterin muy diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora