𝚃𝚛𝚎𝚒𝚗𝚝𝚊 𝚢 𝚌𝚞𝚊𝚝𝚛𝚘

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Narra Charlie.

La prueba a pesar de los contratiempos que hubo salió mucho mejor de lo pensado, ningún dragón salió herido. Salieron más heridos los estudiantes, y se supone que yo no debo volver al refugio, pero aún debo hablar con Dumblundore sobre el baile.

Fui a su oficina, había pedido hablar con el y el me dio dio una cita, diciendo que me recibiría en su oficina. A la hora asignada fui a su oficina y el me recibió con gusto.

—Dime joven Weasley, ¿para que me necesita?—me pregunto.

—Señor vengo a solicitar un favor.—comencé diciendo.—Soy conocedor del baile de navidad que se hará, y se que solo es para estudiantes...pero yo deseo acompañar a una persona al baile y no quiero verla con alguien más.

—Entiendo, ¿puedo saber quien es la señorita?

—Adaliah Edwards.—dije con firmeza y sin titubear.— me gustaría llevarla a ella a el baile.

—La señorita Edwards, es sin dudar a duda una jovencita encantadora, y para que me estés pidiendo esto debes de quererla mucho.

—Es cierto, por eso estoy aquí.

Dumblundore se quedó en silencio unos momentos, cuando por fin habló.

—Porque no, invítela y si la señorita acepta puede ser su pareja para el baile.

Yo sonríe como un tonto y me levante de mi asiento, le ofrecí la mano y el me la estrechó.

—Se lo agradezco mucho señor, iré ahora mismo antes de irme.

—Claro, buena suerte.

Salí de la oficina y decidí en ir a buscar a Adaliah, habíamos hablado en el tiempo que estuve aquí, pero no por mucho tiempo, ella te iba clase y yo trabajos y se sentía un poco incómodo después de lo del casi beso, cual fue el problema todo el mundo estaba en cambio de clase, así que había mucha gente por los pasillos, fui directo al patio, para llegar a cualquier clase uno debe pasar por el patio.

Comencé a ver a las personas, trataba de encontrar a Adaliah, pero encontré fue a Mariana y me acerqué muy rápido a ella.ñ

—Mariana, hola.—ella estaba parada al lado de la Fuente.

—¿Charlie?—pregunto, yo asentí.—Que bueno verte a pasado años.

—Si, ¿sabes donde está Dalia?

—La estoy esperando para ir a clase, ¿por fin vas a poder besarla o solo quedarás rozándole los labios?

Abrí la boca asombrado, supongo que entre mejores amigas se cuentan todo.

—¿Adaliah te lo dijo?

—Claro, soy su mejor amiga, me cuenta todo. —me dio un manotazo.—Ella esperaba que la besaras.

Me quede sorprendido.

—¿Ella quería que la besara?—Pregunte muy sorprendido y con el pulso acelerado.

—Ella está enamorada de ti, quería que la besaras, pero ese dragón tenía que interrumpir que la besaras.

—A mi también me gusta Adaliah y estoy enamorado de ella, quiero estar con ella.—le dije.—Realmente le pediré que vaya al baile conmigo.

—¿Pero no eres un estudiante?

—Le pedí el favor a Dumblundore que me permitiera venir. Así que le pediré que vayamos a el baile.

Ella miró por encima de mis hombros.

—Se rápido, tienes competencia.

Yo no entendí nada, así que mire a donde me apuntaba y veía a Adaliah casi corriendo, con un montón de búlgaros detrás de ella, ella los esquivaba y los empujaba. Apenas vio a Mariana corrió más para acercarse a ella, yo la vi con una sonrisa estaba encantadora como siempre, ella me vio y se detuvo en el camino, ocasionando que los búlgaros la rodearan. Mariana me dio un codazo.

—Yo debo ir a clases, le dire a Sprot, que Dalia no se sentía bien y fue a la enfermería.—me dijo.—Tú ve y salvara de esos búlgaros, pídele que vayan al baile.

—Eso hare.

Comencé a esquivar a los alumnos hasta que llegue al tumulto, y los empujaba a ellos una y otra vez. Hasta que Adaliah me volvió a ver.

—Charlie.—dijo Feliz.

—Dalia, ven debo hablar contigo.—la tome de la mano y la pegue a mi pecho para sacarla de todos esos alumnos.

La tome de la mano y me la lleve lejos, estábamos casi entrando al bosque prohibido cuando nos detuve.

—Charlie debería estar en clase.

—Tranquila Mariana te cubrirá.—Le sonreí como un tonto —dijiste que ningún hijo de dioses es feliz, quiero comprobarte lo contrario.—le dije con una sonrisa.—hablé con Dumbledore y me dio permiso de hacer algo.

—¿Puedo saber que es?

—Si, el me permitió ir al baile de navidad, solo si tú aceptas ir conmigo.

Su boca se abrió y sus ojos se agrandaron.

—¿Quieres que vaya al baile contigo?

—Si, eso quiero. Cuando te mostré los dragones me dijiste que los héroes eran guiados por los dioses, que te sientes una marioneta atada de pies y manos.— tome sus manos.—Puedes empezar a tomar tus decisiones de apoco, esta es una de ellas. ¿Puedo llevarte al baile?

Ella sonrió como una tonta.

—Si, claro que iré contigo.

Yo sonreí encantado y le dejé un pequeño beso en la comisura de sus labios, logrando que sus cachetes se encendieran.

—Te vez adorable así.

Sus mejillas se volvieron más rojas.

—Ya basta Charlie.—Dijo dándome un empujón en el pecho, este es el momento más tranquilo que hemos tenido desde el casi beso.—¿Cuando vuelves a Rumania?

—Hoy en la noche con los dragones, pero tranquila estaré aquí para llevarte al baile.

—Gracias, no quería ir con algún búlgaro, me recuerdan demasiado a hijos de Ares.—Me dio una pequeña sonrisa que quito al instante.—¿Te molesta si solo le digo a Mariana que iré contigo? No deseo causar revuelos o que tus hermanos menores lo sepan, ya me odian demasiado.

Yo tomé sus dos manos, me gustaría que gritara a los cuatro vientos que soy su cita, pero dejaré que sea como ella quiere.

—Está bien, será sorpresa hasta el baile.—Le sonreí.—Solo prométeme una cosa.

—Lo que sea.

—Cuando te pregunté que con quien iras, dirás que ya tienes una cita para llevarte. ¿Tenemos un trato?

—Claro que si Charlie.

Una Slyterin muy diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora