Capitulo 48

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Narrador omnisciente.


Sin apartar los ojos del ventanal pudo darse cuenta de que la pelinegra se acercaba, cerro los parpados inhalando su fragancia, el pequeño placer que le provocaba quedarse dormido en su pecho cada noche le resultaba fascinante y comenzaba a crearse una pequeña obsesión.

-    Alec. – abrió los ojos y la imagen frente a él lo desestabilizo por completo. El vestido rojo que se pegaba como una segunda piel a la pelinegra le lucia espectacular, era largo con una abertura al costado, dejando expuesta su pierna. Su mirada choca contra los zafiros de Dasha y justo en ese instante algo estallo en su pecho. – Estas... preciosa. – besa el dorso de su mano lentamente hipnotizado.

La dentadura de Dasha quedo expuesta en una sonrisa al ver el estado del castaño, nunca le había importado impresionar a alguien, solía arreglarse para ella misma, sin embargo, con Alec sentía la necesidad de hacerlo y le encantaba. Dio unos cuantos pasos eliminando la distancia entre ambos. – Tú te vez guapo... – el traje negro perfectamente adaptado a su cuerpo y a esos hombros anchos que volvian loca a cual mujer causaron que Dasha cerrara sus piernas por inercia, sus dedos acomodan la corbata, tirando un poco susurrando contra su rostro- ... y jodidamente sexy. – Alec ríe avergonzado, a pesar de todo Dasha seguía poniéndolo nervioso y ella parecía disfrutar de eso. Termina por tirar de la corbata fundiéndose en un beso, se separan después de unos segundos ambos sonrientes.

-    ¿Listo?

-    Siempre.

El sol había abandonado la ciudad apenas se montaron en las camionetas, el camino hacia Lakhta Center había sido relativamente corto, el castaño enfoca su atención en el rascacielos iluminado por aquellas luces rojas que lo hacían ver majestuoso, su mirada revoltosa observa todo con asombro comenzando a sentir nervios. El aire lo golpea cuando se baja, respira profundo con discreción, no quería volver a tener uno de esos ataques cada que se presentaba en lugares nuevos, este tiempo había entendido que no todas las personas eran malas o querían dañarlo, aun así, algunas veces su mente le jugaba malas pasadas.

Se relaja cuando toma la mano de Dasha comenzando su camino hacia la entrada. El edificio que se encontraba frente a ellos era espectacular y no podía esperar para ver el interior.

-    Hay una subasta de arte a beneficio de niños en situación de calle.

-    Eso es genial, no pensé que te gustaba acudir a estos eventos.

-    No lo hago, estos eventos son solo una fachada.

-    ¿A qué te refieres? – pregunta con curiosidad.

-    Eventos perfectos para gastar cantidades exorbitantes de dinero y salir limpios de la mejor manera posible.

Alza una ceja con sorpresa, entendía lo que quería decir y se preguntaba qué tan podrido tenía que estar una persona para utilizar temas tan fuertes a cambio de su propio beneficio.

-    ¿Quién lo llevo a cabo?

-    Yo. – observa el rostro de Dasha buscando algún indicio de diversión, un malestar se instala en la boca del estómago y guarda silencio dejándose guiar por ella.

Entran al recinto y decide dejar para después todas las preguntas que acaban de ocupar su mente, los guardias de seguridad bajan la vista ante la presencia de Dasha, y pasan de largo hasta el interio, oculta El edificio era mil veces mejor por dentro, había mármol por todos lados, candelabros gigantes, estatuas, arte y más arte. De pronto llegan al final de un pasillo y las puertas son abiertas.

Mi Maldita PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora