Capítulo 39

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- N-no... - pronuncio cortando el beso con mis latidos a mil por hora, quería seguir besandola pero mi maldito orgullo no me lo permitía. Me negaba rotundamente a caer en sus provocaciones y dejar que pensara que podía hacer conmigo lo que se le viniera en gana.

《 Pero lo hacía, siempre terminaba cayendo 》

Mis instintos gritaban que dejara de comportarme como un imbecil y que me dejara llevar, pero una parte de mi decía que lo mejor era apartarme de ella.

Inclino mis ojos chocando con ese par de ojos grises, la intensa mirada que me regala provoca que baje mi vista unos segundos. Mantenía sus labios semiabiertos y podía notar que estaban algo hinchados a causa del exquisito beso.

- Le estás dando vueltas a algo que sabes que va a ocurrir... ¿lo sabes? - murmura con una sonrisa de autosuficiencia, la observo al ver que muerde su labio.

Respiro y niego.

- Puedo controlarlo. - murmuro alzando mis hombros tensando mi mandíbula. Su delicado rostro se acerca a centímetros del mío permitiendo apreciarlo, su melena choca con mi rostro y un pequeño impulso de jalarlo aparece en mí.

《 ¡Control Alec, control

- ¿Estas seguro de eso? - susurra pasando su mano por mi pecho deteniéndose sobre mi agitado corazón.

- Tenemos pendiente algo... ya sabes; la ducha, tus dedos en mi húmedo coño, yo gimiendo y tu grande miembro rozando mi espalda poniéndose cada vez más duro... tal como lo está haciendo ahora - paso saliva y agradezco al universo de que las luces no apunten hacia nosotros, sentía que mi rostro iba a explotar de la pena.

ᴅᴀsʜᴀ.

Sonrió.

Sus músculos se tensan cuando me escucha y puedo percatarme del leve sonrojo en él.

Tomo su mano guiándonos a un lugar totalmente privado, subimos un par de escaleras y sonrio internamente al ver que la puerta está a escasos metros.

- Espera, espera... - no le presto atención a lo que dice, abro la puerta y lo aviento a ésta apenas la cierro.
La tenue luz de la habitación permite que haga un escaneo de lo que lleva puesto; vaqueros negros y una remera blanca que marcaba perfectamente sus anchos brazos, había visto infinidad de chicos tatuados pero a ninguno que se le vieran tan bien, ese par que tenía lo hacían lucir tremendamente deseable y sexy. Suelto un jadeo cuando se apodera de mi cadera juntándome a él, me encantaba tenerlo así.

Pude percatarme que por fin se había animado a usar el Clive Christian que le había regalado.

- No me gustan tus malditos juegos Dasha. - susurra de un segundo a otro apretandome contra su pecho.

- Me encanta jugar. - replico en tono burlón, el corazón se me dispara al sentir sus manos tomar mi cintura y pegarme contra la pared impidiendo que pueda moverme, jadeo tensando mi mandíbula.

- Veo que no soy la única... - me callo al sentir su agarre tensarse alrededor de mi cuerpo, su mano viaja hasta mi abdomen y comienza a subirla hasta parar en mi cuello enrdedandose en él, paso saliva cuando sus dedos ejercen fuerza.

Se me corta la respiración, me resultaba fascinante la forma en la que comenzaba a explorar mi cuerpo.

Acerca su rostro sintiendo sus labios rozar mi mejilla, cierro mis párpados cuando comienza a dejar pequeños besos por mi rostro bajando muy despacio por mi cuello. Paso saliva al sentir los espasmos de placer recorrer mi cuerpo, no me esparaba esto de su parte, me resultaba excitante la forma tan delicada en la que me besaba.

Mi Maldita PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora