Capitulo 30

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Dasha.

Repaso su rostro una y otra vez; sus párpados cerrados causando que sus pestañas descansaran en sus mejillas, lucía tierno. Sin duda alguna era algo que le envidiaba, bajo mi vista topandome con sus labios carnosos, disfrutaba tanto besarlo, eran jodidamente suaves y una total adicción. Sus facciones tan varoniles, los pequeños lunares esparcidos por su rostro le daban ese toque que me encantaba.

Abre sus párpados dejando a la vista sus ojos, maldición.

Era lo que mas me gustaba de él, el color de sus ojos, la inocencia que desprendían me volvía loca, la manera en la que te veía, sin una pizca de maldad.

- ¿Estas bien? - salgo de mis pensamientos al escuchar su voz aspera, sé a lo que se refiere, después de lo de esta mañana me quede dormida en sus brazos y apenas desperté para darme cuenta que él también se había quedado dormido.

- Sí... - murmuró. No fue fácil contarle sobre mí infancia, de alguna u otra manera me siento un poco más liberada, pero el hecho de haber dejado que me viese de esa manera tan débil no me hace feliz.

- ¿Cuánto tiempo llevas despierta? - pregunta, coloco una expresión en mi rostro simulando que estoy pensando.

- Lo suficiente para darme cuenta que tus pestañas son mas largas que las mías. - susurro con una pequeña sonrisa en mis labios al ver como sus mejillas se tiñen de rojo y ríe.

- E-eres la persona más fuerte que conozco Dasha. - inclinó mi mirada al escucharlo, soy  todo menos fuerte.

- A pesar de todo lo que has vivido sigues aquí, sonriendo, ayudando a las personas y siendo una excelente mamá. - paso saliva al escucharlo, me ponía jodidamente feliz el escuchar lo que decía, el ver que como podía hablar conmigo sin titubear y sin tener esa mirada llena de miedo hacía mí como hace apenas un par de meses.

- No todo es lo que parece Alec. - mascullo suspirando. - Sigo siendo una mierda de persona.

Él niega y frunce su ceño provocando que la venas de este resalten.

- En definitiva no lo eres. - me acerco hacía él y mis manos suben a su rostro.

- Mierda, eres tan malditamente bueno. - susurro frente a su rostro con una leve sonrisa, en sus labios una sonrisa se forma y no tarda en sonrojarse.

- S-solo digo lo que pienso. - un leve tartamudeo aparece en él al ver la cercanía de nuestro rostros, me acerco hacia él lentamente sintiendo su respiración mezclarse con la mía, conecto nuestros labios de una vez por todas fundiendonos en un beso lento.

Me subo en él sin despegar nuestros labios, llevo mi mano a su nuca para profundizar el beso, sin advertencia alguna introduzco mi lengua a su cavidad bucal provocando que un jadeo lleno de placer salga de mi, bajo mi mano lentamente al borde de su camisa y mis dedos comienzan a tocar su abdomen logrando que se estremezca bajo mi toque.

El ambiente se va tornando cada vez más íntimo, un gemido sale de mi garganta al sentir como sus dientes aprisionan mi labio inferior. Lo observo llena de picardía a la vez que sus mejillas se tiñen de rojo.

Un cosquilleo en mi vientre bajo comenzaba a aparecer, lo que acababa de hacer me había prendido como los mil demonios, cuando estaba apuntó de abalanzarme hacía sus labios unos pequeños golpes en la puerta hicieron que un gruñido saliera de mí, ¿quién se atrevía a interrumpir justo en este momento?.

- ¿Mami estas ahí? - un suspiro abandona mis labios, le doy una pequeño beso a Alec y me coloco de píe abriendo la puerta.

- ¿Qué pasa cariño?. - pregunto besando su mejilla, sus grandes ojos color miel me observan y toca su panza.

Mi Maldita PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora