1|Recuerdos.

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Tuve un sueño donde le amaba para siempre.

Mi protector, mi príncipe azul, el amor de mi vida; era el hombre que me hacía sentir segura desde el primer día en que lo conocí y quien ya no se encontraba a mi lado ¿y porqué? Bueno...

2005

Para ser sincera no recuerdo como empezó todo, después de todo era bastante pequeña como para poner atención a cada detalle; sin embargo hay una cosa que jamas podré olvidar o mejor dicho una mirada.

Unos ojos oscuros que transmitirán una mirada tranquila es lo primero que recuerdo cuando intento volver al pasado. Una cálida sonrisa y una sensación de protección inmediata; vestido con un uniforme negro azulado del otro lado de la ruina se encontraba un joven de cabello negro que me extendía una mano mientras me decía que todo estaría bien.

Aunque mi madre siempre me dijo que no confiara en los extraños esta vez no tenía nada que perder.

Anda ve, puedes confiar en el.

Miré a mi hermano por unos segundos y con todo el dolor de mi corazón solté su mano. Era lo único a lo que me aferraba para seguir viva, pero si el decía que podía confiar en aquel sujeto entonces lo haría.

-Vamos nena tienes que darte prisa, el edificio está colapsando -Dijo el chico así que me apuré en arrastrarme hasta que pude tocar su mano.

Acto que el aprovechó para jalarme en su dirección y como si fuera obra del cruel destino; el enorme pedazo de muro que antes me escondía cedió ante la gravedad en cuanto salí, dejando atrapado a mi hermano dentro.

-¡Haruka! -Grité soltandome del agarre de aquel hombre -¡Regresa no puedes dejarme!, ¡Por favor, te necesito!.

-El no te oye pequeña, el está...

-Pero lo prometió - solloce ,-Prometió que siempre me cuidaría..

-Y así fue -Contestó el joven -Te cuidó hasta su último aliento.

No tenía fuerza en mi cuerpo, había pasado muchos días sin comer además que el dolor en mi pecho no ayudaba en nada.

-Vamos pequeña, ahora tienes que venir conmigo.

-¿A donde vamos? -pregunté en cuanto sentí que aquel hombre me tomaba en brazos.

-Iremos a un lugar especial donde podrán cuidarte.

Aquel hombre me cargó de tal modo que dejó mi cabeza en su cuello para tapar mi mirada. Habría pensado que era extraño de no ser por el agradable aroma que emanaba de el. Era dulce y familiar, me hacía pensar en el te de frutos rojos que solía preparar el abuelo.

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